Una de las limitaciones más determinantes del modelo de dotación de puestos informáticos en las aulas de Secundaria en Extremadura fue el hecho de que las mesas debían sí o sí permanecer fijas, sin posibilidad de reagrupar a los alumnos. Esto fue un duro revés para aquellos docentes que introducían metodologías de cooperación y trabajo en equipo dentro del aula; igualmente subrayaron al uso de didácticas tradicionales con foco de atención concentrado en la pared principal del aula, donde se encuentra la pizarra y la mesa del profesor. La reciente dotación generalizada de pizarras digitales en Secundaria no soluciona este problema; más bien lo reproduce. La pizarra se instala en esa pared, ya que la razón de ser de este dispositivo es que todos los alumnos fijen su atención a los contenidos proyectados sobre la misma. Si la pizarra digital se convierte en el único o principal recurso didáctico para el docente, es previsible que los agrupamientos sean compatibles con la actual organización física de los puestos. Pero si se desea trabajar de forma colaborativa y por equipos, es necesario que las mesas puedan moverse a lo largo y ancho del aula sin obstáculos.
A día de hoy, pese a tener pizarras digitales y portátiles en el aula, sumado al incremento de redes inalámbricas, el modelo de mobiliario sigue siendo el mismo de siempre. A esto se suma el hecho de que la superficie de las aulas fue pensada en su día para un modelo de agrupamiento tradicional, que concentra los puestos en filas; dispersar las mesas con la intención de crear equipos solo se puede hacer si hay pocos alumnos por aula o no demasiados como para hacer del agrupamiento un caos. El agrupamiento por equipos requiere un espacio extra en el aula que casi nunca se posee. Muchos profesores deben irse a otros espacios (bibliotecas, sala de usos múltiples, incluso gimnasios) si quieren trabajar de esta forma.
Ha quedado claro que la Administración no ha pensado en los modelos metodológicos a la hora de dotar a los centros de Secundaria de nuevos dispositivos tecnológicos. Parece que estuviera pensando más bien en un modelo tradicional, pero con contenidos y gadgets digitales, en donde el profesor imparte la clase desde su puesto de control, y en donde los alumnos fijan su atención ya sea en la pizarra o en los portátiles. El proyecto eScholarium del gobierno extremeño va en esa dirección; subraya los contenidos digitales y no la metodología como eje de la innovación. La política educativa en materia de innovación tecnológica no va ligada a un programa de formación del profesorado que ponga su foco en el aprendizaje práctico de metodologías diversas, compatibles con el uso de las TICs dentro y fuera del aula. Falta reflexión y modelos prácticos, a pie de aula, y sobran contenidos y aplicaciones digitales.
Y no es que no tengamos las condiciones para hacerlo. La liberación de los ordenadores de sobremesa y la dotación progresiva de portátiles y redes inalámbricas facilita la reagrupación dentro del aula. La pizarra digital y el portátil del alumno pueden utilizarse cuando se considere apropiado, en función de la actividad y sus objetivos curriculares, sin ser físicamente un obstáculo para la utilización de otras metodologías. Es el momento de invertir en una formación que subraye un modelo de aprendizaje práctico y colaborativo, ligado a la adquisición de habilidades para la vida, que huya de las sirenas de la comodidad que asegura el uso de la pizarra digital y demás gadgets tecnológicos para tener a los alumnos atentos y entretenidos, y que empaqueta los contenidos a través de plataformas virtuales uniformantes, no adaptadas a la diversidad del aula.
Ya lo anunció hace pocos meses la consejera de Educación y Cultura del Gobierno de Extremadura, Trinidad Nogales. El modelo futurible de integración de las TICs dentro de las aulas extremeñas pasará por la santísima trinidad de pizarra, wifi y tabletas (por ese orden). Los acuerdos con Telefónica y el maridaje con las editoriales del ramo están pendientes de un calendario que depende de los presupuestos, solo de eso. Puede tardar más o menos, pero el modelo es el que es. Las aulas de Primaria y Secundaria ya están casi todas dotadas de una pizarra digital, decisión que ha sido recibida con entusiasmo por el profesorado (analfabeto digital y no tanto), quienes por un lado se sienten aliviados por no seguir dependiendo del engorro de los portátiles y por otro interpretan la pizarra como un digno sucesor del proyector de diapositivas, solo que más vistoso e interactivo. La pizarra no trae un viraje metodológico; al contrario, se adapta a las mil maravillas al modelo tradicional de exposición audiovisual prediseñada, solo que esta vez permite que el alumno pueda usar el dedo índice y sentirse feliz al comprobar cómo un audio le motiva con un ¡bien, lo has hecho genial! La pizarra ofrece de cara a la galería una imagen de innovación educativa que puede convencer a ingenuos ciudadanos o a docentes que no buscan quebrarse mucho la cabeza y ven en este invento un eficaz prodigio que reduzca su esfuerzo y satisfaga su autoestima profesional. Todos contentos, para qué pedir más, ¿no creen?
Sin embargo, permítanme ser escéptico y pedir un esfuerzo extra a nuestra consejera, a sus asesores y también, por qué no, a mis compañeros docentes. Pongamos en suspensión por un momento nuestro entusiasmo tecnológico y centremos el asunto en cómo enseñar, no en los dispositivos, no en los contenidos. De hecho, ni siquiera en esto último nos hemos puesto a evaluar si son realmente útiles para la práctica docente. Los usamos porque son -permítanme la licencia popular- guais, mantienen al adolescente cautivado con el soporte que adorna el contenido. Sin embargo, encontrarán cientos de docentes, asesores, técnicos, consejeros, vendedores de gadgets, empresas tecnológicas que les recitarán con sonrisa profiden las potencialidades de estos nuevos cachivaches. Ya empieza a haber todo un conglomerado de agentes educativos que viven por y para las TICs (entre los que en parte me incluyo) y que parecen haber sustituido el anterior modelo pedagógico, más centrado en lo procedimental, en el aprendizaje significativo, por toda una religión sobre cómo hay que enseñar, que lleva aparejada al parecer la necesaria presentación de contenidos enlatados (píldoras los llaman ahora) para su degustación en pizarras digitales (y más tarde, en tabletas con wifi). El asesor formativo es hoy un experto en TICs, a menudo sin formación pedagógica, pero con la gracia de tener la moda a su favor, y sin rigor evaluativo de su labor docente. Hoy todos, o la mayoría, somos docentes modernos, digitalizados, y quien más o quien menos aplaude el salto hacia el uso de estos dispositivos, obviando por supuesto si este giro viene acompañado de la solidez de una reflexión sobre la metodología a utilizar. Ni siquiera los CPRs, quienes debieran ser garantes de esta formación, se ocupan de facilitar algo más que el manejo adecuado de los dispositivos que la Consejería previamente ha empotrado en el aula, sin complementos didácticos que lo fundamenten.
Hoy mismo he conocido el aperitivo de la famosa marca Digital-Text, sus recién cocinados libros digitales, en cuya web se puede degustar una primicia de sus materiales. Incluyen un vídeo en el que relatan sus virtudes milagrosas:
Como no me gusta opinar sin ver, los he probado y sinceramente me han decepcionado, incluso en algunos casos se percibe un acabado estético pobre y una interactividad reducida a cliquear y listo, previa lectura de unos temarios sencillos acompañados de imágenes animadas. Poco más. El acabado es similar a los ODIs de Constructor.
Pruebo, por ejemplo, éste:
Y al pinchar se abre esta ventana:
A la derecha tienes unos iconos que te permiten hacer ejercicios relacionados con los temas de la izquierda. Los ejercicios se pueden extraer en pdf e imprimir. Son todos tipo test, elige la respuesta correcta, relaciona términos, etcétera. Perfecto si no deseas complicarte la vida ni contextualizar o establecer niveles de comprensión. Lo mismo que ofrece un libro de texto, pero más vistoso. Los puedes poner en la pizarra y solucionar las tareas en grupo. Los textos explicativos son poco agradables a la vista, sin puntos y aparte ni colores, y con un lenguaje no muy bien adaptado al nivel de comprensión lectora y sin vocabulario auxiliar. Me recuerda mucho a las primeras enciclopedias digitales de Windows.
En de esperar que estos libros digitales mejoren sus servicios y contenidos, pero el formato es el que es, una réplica interactiva del modelo tradicional de presentación de contenidos. La interactividad existe entre el alumno y la tarea digital. No hay trabajo cooperativo ni construcción activa de contenidos. Al docente solo se le exige elegir la tarea, encender la pizarra y listo. El alumno solo debe adecuar la respuesta al grado de atención, asimilación y estudio de contenidos textuales previos. La única innovación está en el soporte; el contenido y su metodología se mantienen intactos.
La píldora digital es el átomo de comprensión al que se ajusta el modelo tecnológico de la Consejería de Educación de Extremadura, y por extensión del resto del territorio nacional. Cualquier amago de reajuste metodológico corre a cargo del libre albedrío, la voluntad y el tiempo extra del docente. La formación tecnológica del profesorado se limita al manejo técnico de dispositivos y herramientas digitales, sin adaptación metodológica ni previsión evaluativa.
Ayer pusieron las pizarras digitales en mi centro (I.E.S. San José, Badajoz). De las reacciones iniciales de algunos de mis compañeros saqué una sensación contrariada del efecto que su implantación puede suponer para la evolución del modelo pedagógico del profesorado en los próximos años. Con anterioridad, un grupo de unos 15 docentes del centro asistieron a un curso de formación en el CPR para iniciarse en el funcionamiento de este dispositivo, de ahí que algunos las recibieron con cierto entusiasmo, aliviados por entender al menos algunos rudimentos básicos con los que empezar a utilizarlas. El resto del profesorado, mudos. sordos y ciegos. Previamente, como Coordinador TIC, animé a mis compañeros a que la utilizasen y a que me consultaran lo que estiman oportuno. Aún estoy esperando respuesta. Antes de la instalación de estas pizarras, teníamos en el centro tres más, pero prácticamente se usan como mero proyector de audiovisuales y esporádica presentación de alguna que otra web o recurso. Deja de contar. En el aula de 1º de Bachillerato apenas se usa, pese a su potencial en un grupo tan amplio en número y escaso en competencias. De hecho, en clase de Cultura Audiovisual a mis alumnos se les ocurrió hacer un sketch irónico al respecto (véase el vídeo de abajo).
Pero no es esta falta de interés por las pizarras lo que me preocupa. Es evidente que tarde o temprano la implantación generalizada de libros digitales prefabricados por las editoriales acaben obligando a un uso común de estos dispositivos. Lo verdaderamente inquietante es que las pizarras no traen con ellas un cambio de metodología, un viraje en los modelos pedagógicos de enseñanza y aprendizaje a pie de aula. Por el contrario, las pizarras reproducen el formato pasivo que hasta ahora preside nuestro quehacer cotidiano. El libro de texto es sustituido por el libro digital (los departamentos de idiomas están muy contentos; editoriales como Oxford les han simplificado el proceso de enseñanza a través de un software específico, creado exclusivamente para ellos, en el que solo deben seguir los pasos y listo). El proceso de enseñanza se limita a la asimilación de contenidos a través de una plataforma fija, con una interactividad limitada. No hay mucha diferencia entre poner un Powerpoint y decirle a los alumnos que se levanten y realicen un ejercicio, cliqueando con el dedo sobre la pizarra. La interactividad inicial que procuran las pizarras digitales han generado en los docentes una sensación errónea de estar realmente innovando por el solo hecho de que ahora los alumnos pueden levantarse y seleccionar la respuesta correcta. En este sentido, la Administración educativa, especialmente aquella que se encarga de la formación del profesorado, no se ha esforzado por integrar la dotación de estos dispositivos dentro de modelos pedagógicos previos orientativos, a fin de que el profesorado aproveche el potencial real de los mismos y supere el formato didáctico tradicional. Tan solo ha facilitado cursos de formación que capacita al docente para saber cómo funciona la pizarra y poco más. Los Coordinadores TIC no reciben apoyo de la Administración, su labor es voluntarista, sin relación con un plan general en el que fundamentarse. El lema de esta dotación es: ¡ahí tenéis las pizarras, allá vosotros! Políticamente, el solo hecho de implantar pizarras digitales en todas las aulas de ESO sitúa a la Comunidad Autónoma en la punta de lanza de la innovación. La dotación basta para asegurar una imagen pública de calidad. Sin embargo, es este un gigante de barro que alimenta la reproducción de modelos de enseñanza y aprendizaje pasivos, en los que incluso los recursos asociados a la pizarra sustituyen con facilidad la preocupación del docente por dirigir el proceso. La evaluación se determina a través de los materiales que las propias editoriales facilitan. Y el alumno asimila información, traga contenidos, presentados atractivamente, pero sin ser parte del proceso de aprendizaje. Y esto sucede porque no existe voluntad por parte de la Administración educativa de llevarlo a cabo. Dejan como siempre que sea el esfuerzo extra del docente quien haga posible este viraje metodológico (y si no, pues tampoco es que les importe mucho), sin la ayuda de políticas de formación y planes contextualizados de innovación en centros, con dotaciones adaptadas a las necesidades reales de cada centro. Los encargados de orquestar la alfabetización TIC en Extremadura no parecen tener muy claro la necesidad de propiciar el cambio hacia modelos pedagógicos más allá de una adoración acrítica hacia las TICs como tabla de salvación. Dispositivos y contenidos son el rey y la reina de esta filosofía institucional, relegando la metodología y la evaluación a un plano subsidiario. Así, es comprensible que el docente medio no cambie su metodología, que a pesar de tener medios caros y sofisticados con los que trabajar, siga usando las mismas reglas de siempre. Cambiamos de traje, pero no de ropa interior. Viste bien de cara a la galería, pero poco ha cambiado en cuanto a las formas de enseñanza. No niego en absoluto los cambios que a nivel individual han tenido lugar en numerosos docentes a raíz de la revolución tecnológica en la escuela. Existen muchos profesionales innovadores, preocupados por ofrecer modelos de enseñanza y aprendizaje que acerquen a los alumnos el conocimiento a la vida cotidiana y que facilite el aprendizaje a través de una metodología constructivista y participativa. Faltaría más. Pero este movimiento pedagógico que puebla cada año foros, cursos, jornadas y congresos sobre innovación educativa o TICs, no deja de ser una secta atípica en relación a lo que realmente sucede en los centros. Incluso dentro de estos mismos docentes TIC los hay que endiosan la tecnología, confundiendo gadget con metodología. Es curioso que exista a día de hoy una separación a nivel institucional entre formación del profesorado y alfabetización digital. Como si esta última no debiera ser realmente una sucursal de aquella, como si debiera tener una consideración aparte. Soy un firme defensor de la idea de que el Coordinador TIC sea un asesor didáctico dentro de los centros, miembros de los equipos directivos y vinculados a los CPR de zona, con horario de dedicación semi exclusiva. De esta forma, las TICs no serían sino una herramienta al servicio de los modelos metodológicos y evaluativos del docente, no una isla aparte dentro del sistema formativo. Igualmente, creo que los planes de formación del profesorado deben cambiar en tres aspectos esenciales: - Por un lado, debe impulsarse la formación en centros a través de la figura mediadora del Coordinador TIC, dotando de recursos en función de los programas de innovación que los propios centros lleven a cabo, y que sean evaluables antes, durante y después del proceso por personal cualificado, que tenga claramente una misión didáctica, no correctiva ni punitiva, aunque sí ligar los programas a la dotación de medios auxiliares. Esta formación en centros permitirá adaptar las demandas a los contextos educativos, permitiendo un cambio real en los modelos de enseñanza y aprendizaje, apoyado firmemente por la Administración educativa. - Por otro lado, los diferentes órganos de la Administración debieran adoptar un modelo en el que las TICs no tuviesen en ningún caso una consideración aparte de ser herramientas de soporte a determinadas metodologías y medios de evaluación didáctica. El Jefe de servicio de las TICs debe estar supeditado al departamento de innovación y formación del profesorado; es más, debe ser tan solo un órgano que facilite el funcionamiento técnico de los dispositivos digitales, dejando al equipo formativo la política interna de aplicación pedagógica de tales medios. Sin embargo, dentro de la Administración se impuso de manera subrepticia, desde que se puso el primer ordenador Linex en las aulas, un modelo de gestión en el que las TICs se han convertido en una religión en sí misma, ajenas a una reflexión metodológica y ligadas directamente a la coalición con intereses económicos de ciertas empresas del sector tecnológico y de comunicaciones. La secretaría general es la responsable directa de esta situación, de la que saca en no pocas ocasiones rédito político de cara a la opinión pública, pero que dificulta la implantación de un modelo formativo serio e independiente de intereses ajenos al trasunto educativo. - Finalmente, es preciso avanzar en el desarrollo de un plan de evaluación en dos sentidos: Por un lado, evaluación eficaz y real de programas de innovación y utilidad didáctica de los dispositivos digitales. No basta con crear repositorios de recursos o proponer píldoras pedagógicas a modo de aperitivos sin relación con contextos reales de enseñanza y aprendizaje y sin un modelo empírico de evaluación de los mismos. A día de hoy no existen estudios académicos sobre la eficacia de las TICs en el aula, a excepción de aquellos que demuestran la viabilidad de determinadas herramientas en el contexto de la atención a la diversidad. Andamos a ciegas, presuponiendo las bondades o pecados de las TICs, sin discriminar contextos ni metodologías. Asimismo, a menudo cuando se evalúan las TICs se hace bajo un prisma maximalista, como si que las nuevas tecnologías debieran usarse aisladas de otros recursos y como una metodología en sí misma. Igualmente, se hace necesario dotar al profesorado de una formación específica en nuevos métodos de evaluación. La implantación de las TICs en el aula y la aparición de nuevas metodologías de aprendizaje requieren la urgente aplicación de modelos evaluativos diferentes a los que se utilizaban para determinar competencias bajo tareas clásicas de asimilación de contenidos. No es extraño oír a no pocos docentes que no saben cómo evaluar cuando utilizan, por ejemplo, metodologías participativas. Esta impotencia ha menudo genera una incertidumbre que hace que acaben desechando estas formas de enseñanza.
Comienza, aunque lentamente, a darse la circunstancia de que algunos docentes poseen tabletas compradas para uso personal o adquiridas por los centros a través de proyectos de innovación o presupuestos para mejorar la dotación tecnológica. Es un fenómeno escaso, pero creciente. Por otro lado, las administraciones educativas y las empresas del sector se preparan para dar un giro al acceso a los materiales curriculares y facilitar la integración de herramientas TIC bajo la mediación de tabletas y pizarras digitales.
Si ya dispones de una tableta y no sabes muy bien cómo aprovechar las aplicaciones para exponerlas e interactuar con ellas a través de tu pizarra digita, debes saber que actualmente aún no existen aplicaciones que permitan con facilidad utilizar una tableta de manera inalámbrica (en remoto), proyectando sobre una pizarra lo que estés trabajando en ella. La opción por cable es más accesible, pero no exenta de dificultades.
De ahí que las tabletas en el aula se suelen aplicar mediante el uso colectivo de iguales aplicaciones interactivas en entornos colaborativos o de exposición de procesos, simulaciones y demás entornos de aprendizaje. Mientras los alumnos trabajan en su tableta, el profesor puede explicarlas conectando su tableta mediante un cable al proyector o trabajar todos ellos con la misma aplicación. Si quieres grabar lo que estás haciendo en tu tableta Android, puedes utilizar Screencast Video Recorder (de pago).
TABLETAS ANDROID
Opción con cable:
Conectando tu tableta directamente al proyector o pizarra mediante un cable mini HDMI-HDMI. Problema: muchos proyectores no tienen conexión HDMI. Existen cables VGA-mini HDMI, pero normalmente son para un determinado proyector. Prueba a ver, los hay baratos. Si tu proyector no tiene conexión HDMI, pero sí DVI, entonces puedes comprar un cable miniHDMI-HDMI y un conversor DVI-HDMI y unirlos a la conexión HDMI de tu tableta por un lado, y a la conexión DVI de tu proyector por otro.
Opciones en remoto:
Existe una opción, pero es realmente limitada en cuanto al número de apps a las que tendrías acceso, pero que permite verlas directamente desde tu ordenador de Windows o Mac. Se trata de BlueStacks, un software que una vez instalado en tu ordenador, te permite cargar y abrir apps de Android y verlas después en tu pizarra o proyector. Esperamos que con el tiempo esta aplicación permita acceder a muchas más apps.
Otra posibilidad es instalar Windows MirrorOp Receiver en tu PC y MirrorOp Sender en tu tableta, a través de Google Play. Deben estar conectadas a la misma wifi. Enciendes ambos programas y sigues los pasos. Problema: requiere registro y es una beta.
Otra opción permite conectar tu tableta con un ordenador linux y proyectarlo en una pizarra digital. Ver el proceso aquí. No he probado esta opción. Hablad con el técnico informático de vuestro centro y a ver qué puede hacer. PocketCloud hace la función inversa, te permite acceder a los archivos, las imágenes y a cualquier programa que pueda correr Windows.
TABLETAS IPAD
Opción con cable:
Conectar el iPad a tu proyector o pizarra es fácil a través de un cable (exclusivo para IPad) VGA o HDMI.
Opción en remoto (AirPlay):
Splashtop Presenter te permite navegar desde tu iPad en tu PC; lo que se ve en tu PC (enganchado al proyector con el VGA) y, por consiguiente, lo que proyectas, puedes manejarlo desde el iPad mediante Wifi y sin cable.
Reflection es similar; puedes tener tu PC conectado al VGA, y tu iPad es quien ejecuta la presentación. En pantalla se verá siempre tu iPad.
Docerise instala en el ordenador y después, a través de una wifi, debes leer un código QR para sincronizar iPad y ordenador, lo que te permitirá visualizar el contenido en un proyector. Aquítienes un vídeo tutorial.
Smoothboard: escanea un código QR en la pantalla y la tableta se transforma en una superficie de la pizarra interactiva sin necesidad de instalar aplicaciones. Aquí tienes un tutorial.
DESDE TU PC
SmoothBoard Air: te ofrece la posibilidad de tener una pizarra digital colaborativa sin necesidad de tenerla realmente; todo en línea. Instalar el software en tu PC, abrirlo y pinchar sobre “Show IP”. Escaneas el código QR o escribes la URL. Eso es todo. Puedes registrarlo, pero no merece la pena (solo te añade un banner no muy molesto). Tendrás una pizarra digital en tu ordenador.
¿Quieres utilizar la pizarra digital interactiva Smart? Ya no necesitas cargar en tu ordenador el software para ver, modificar o crear tus UDIs (Udidades Didácticas Interactivas). La opción está en http://express.smarttech.com, una web que te carga la aplicación teniendo tan sólo conexión a Internet.
Permite importar documentos (de pizarras marca Smart Notebook) desde nuestro ordenador o desde una dirección en internet. Por ahora está en una versión sencilla, pero esperemos que con el tiempo incluya más accesorios con los que trabajar.
Para utilizar la pizarra Interwrite tan sólo necesitaremos, además de la instalación y conexión entre la pizarra, un videoproyector y un ordenador, la instalación en nuestro ordenador de aula o portátil del software de Interwrite.
Si trabajas con Windows, verás en la barra inferior derecha el icono de Interwrite , y si pinchas sobre él con el botón derecho del ratón, se abrirá el Administrador de Dispositivos.
Modos de utilizar la pizarra De entre las opciones que ofrece el panel están : Modo Interactivo, Modo Pizarra, Teclado Virtual y Grabar. El Modo Interactivo abrirá un panel de dibujo (ver imagen siguiente) que te permitirá además abrir y manejar aplicaciones con las que quieras trabajar en el aula o diseñar tus propios procesos de aprendizaje.
Es el modo más útil y utilizado. Te permite interactuar con el ordenador desde la pizarra InterWrite, y desde un iPanel o tablet, mientras la interacción se proyecta en la pizarra InterWrite o en otra superficie de proyección en donde lo pueden ver todas las personas que se encuentran en la sala. Se puede utilizar un lápiz electrónico InterWrite en la pizarra o el lápiz ejecutivo en el iPanel o tablet como un ratón para ejecutar aplicaciones y abrir archivos. O bien, puede utilizar el lápiz InterWrite como una herramienta de anotación para escribir notas, dibujar cosas y escribir texto mecanografiado.
El Modo Pizarra es el modo más sencillo y rápido, tan sólo requiere una pizarra InterWrite y un ordenador. Al pinchar sobre ese modo, los dibujos, notas y cálculos (todo lo que haya escrito en la pizarra con los lápices) se capturan y guardan como páginas en un archivo, lo que le ofrece un registro completo de la clase.
La comunicación entre la pizarra InterWrite y el ordenador en modo pizarra es unidireccional. No hay ningún proyector involucrado, de modo que la entrada del ordenador no se proyecta en la pizarra. Sea lo que quiera que escriba en la pizarra utilizando un lápiz marcador electrónico sin tapa y de borrado en seco InterWrite, se visualizará en la imagen de la pizarra en la computadora con el color de la tinta que ha utilizado en la pizarra. Aunque le pusiera la tapa al lápiz marcador y escribiese en la pizarra, lo que escribiese se visualizaría en la imagen de la pizarra del monitor en el color de la banda del lápiz marcador (no sólo en la pizarra).
El Modo oficina te permite interactuar directamente con aplicaciones de Microsoft Office como PowerPoint, Word o Excel. En vez de realizar anotaciones a través de una captura de pantalla de una diapositiva de PowerPoint, una página de un documento de Word o una hoja de cálculo de Excel, ahora puede agregar sus anotaciones directamente en la diapositiva de PowerPoint, el documento de Word o la hoja de cálculo de Excel. Estas anotaciones pasan a formar parte del archivo de aplicación nativo, en vez de guardarse como una página de un archivo InterWrite.
El lápiz
Funciona como un ratón.
La punta funciona lo mismo que el botón izquierdo del ratón: pulsamos, activamos, arrastramos, seleccionamos. Pero a eso hay que añadir que podemos de escribir, dibujar, etc.
El botón más cercano a la punta del lápiz funciona lo mismo que el botón izquierdo del ratón.
El botón más lejano a la punta funciona lo mismo que el botón derecho del ratón. Los lápices llevan una pila que se desactiva en el modo descanso al cabo de 20 segundos de inactividad. Debemos guardarlos horizontalmente y dejarlos en su cargador en el caso de no utilizarlos.
Aunque existen muchos modelos de PDI, nosotros nos centraremos en la que fabrica Interwrite. Por lo demás, el funcionamiento de una pizarra digital es similar en todas las marcas. Una pizarra fijada a la pared o sobre una estructura móvil, un videoproyector y un ordenador o portátil. A esto se le suma, por supuesto, el lápiz interactivo.
El proveedor posee un software que te permitirá trabajar con las herramientas que desees de forma interactiva: webs, vídeos, imágenes, textos, archivos flash (ver este ejemplo), etc. O crear tú mismo esos materiales previamente o durante tu presentación en clase, haciéndolos interactuar en función del aprendizaje programado. Si creas una actividad con este software se guardará en el formato .gwb (Smart usa el formato .snf). Existen webs con ejemplos de actividades realizadas por docentes, que podrás utilizar o modificar a tu gusto.
Pasos a dar:
1º. Conectar el ordenador y el videoproyector. (Si habéis instalado previamente el videoproyector y la pizarra al techo y a la pared respectivamente, este paso puede obviarse.)
2º. Conectar la pizarra interactiva al ordenador y activar el software de la PDI (Interwrite Workspace). (Puede ser que os la hayan conectado ya al ordenador del profesor o a un equipo especial para esta pizarra. Si no es así, tendréis que realizar la conexión.)
Si el ordenador tiene sistema operativo Windows, verás el icono del software en la parte inferior derecha de la pantalla.
3º. Calibrar la PDI. (Si habéis fijado previamente la pizarra al techo, esta operación solamente debe realizarse la primera vez que se conecta la PDI. El ordenador memoriza la posición de la pizarra y sus coordenadas de calibrado.)
4º. Coger el lápiz y comenzar a familiarizarse con el software de Interwrite. Una vez que sepas cómo utilizarlo, comprobarás que se pueden cargar en él actividades prediseñadas o diseñar las tuyas propias. Además, puedes lanzar a la pantalla webs, flash, vídeos, presentaciones, etc., sobre las que interactuar y lograr ejercicios didácticos para tu área.
Una PDI tiene a primera vista la misma apariencia que una pizarra de rotulador convencional, sólo que el rotulador es sustituido por un lápiz interactivo que hace la misma función que el ratón inalámbrico de un ordenador. El profesor o el alumno pueden interactuar en un entorno digital para enseñar o aprender unos contenidos determinados.
El profesor realiza las anotaciones desde y sobre la superfície de la pantalla. La pizarra está conectada a un ordenador (el del aula o un portátil) y éste a un videoproyector. Utilizando el lápiz interactivo podemos llevar a cabo todas las funciones.
Sobre la pantalla podemos proyectar todo tipo de materiales, ya elaborados (unidades interactivas, vídeos, imágenes, presentaciones, webs, etc.) o preparadas por nosotros a nuestro gusto. Para ello se utiliza un software que lanza estas actividades sobre la pantalla y que permite también modificarlas o diseñarlas según el criterio del docente.
Podrás:
escribir y dibujar sobre la pantalla
ver textos, imágenes, vídeos, etc.
interactuar con programas y páginas webs
crear simulaciones y actividades interactivas
El software suministrado por la empresa de la pizarra permitirá a profesores y alumnos diseñar sus propias presentaciones interactivas de un tema, realizar ejercicios, explicar unos contenidos al resto de compañeros, etc. Una PDI permite que el profesor pueda explicar sin tener que mirar a u ordenador y de manera interactiva, directa y atractiva.
También existe la posibilidad de manejar esa información desde un tablet pc.
Existen varias marcas de PDI. En los centros extremeños se están utilizando los modelosInterwrite y Smart. Estas empresas ofrecen actividades interactivas prediseñadas, aunque por la red encontraréis numerosas propuestas elaboradas por compañeros docentes que podéis utilizar o modificar para vuestras clases. Aquí os dejo algunas webs con materiales: