Una de las limitaciones más determinantes del modelo de dotación de puestos informáticos en las aulas de Secundaria en Extremadura fue el hecho de que las mesas debían sí o sí permanecer fijas, sin posibilidad de reagrupar a los alumnos. Esto fue un duro revés para aquellos docentes que introducían metodologías de cooperación y trabajo en equipo dentro del aula; igualmente subrayaron al uso de didácticas tradicionales con foco de atención concentrado en la pared principal del aula, donde se encuentra la pizarra y la mesa del profesor. La reciente dotación generalizada de pizarras digitales en Secundaria no soluciona este problema; más bien lo reproduce. La pizarra se instala en esa pared, ya que la razón de ser de este dispositivo es que todos los alumnos fijen su atención a los contenidos proyectados sobre la misma. Si la pizarra digital se convierte en el único o principal recurso didáctico para el docente, es previsible que los agrupamientos sean compatibles con la actual organización física de los puestos. Pero si se desea trabajar de forma colaborativa y por equipos, es necesario que las mesas puedan moverse a lo largo y ancho del aula sin obstáculos.
A día de hoy, pese a tener pizarras digitales y portátiles en el aula, sumado al incremento de redes inalámbricas, el modelo de mobiliario sigue siendo el mismo de siempre. A esto se suma el hecho de que la superficie de las aulas fue pensada en su día para un modelo de agrupamiento tradicional, que concentra los puestos en filas; dispersar las mesas con la intención de crear equipos solo se puede hacer si hay pocos alumnos por aula o no demasiados como para hacer del agrupamiento un caos. El agrupamiento por equipos requiere un espacio extra en el aula que casi nunca se posee. Muchos profesores deben irse a otros espacios (bibliotecas, sala de usos múltiples, incluso gimnasios) si quieren trabajar de esta forma.
Ha quedado claro que la Administración no ha pensado en los modelos metodológicos a la hora de dotar a los centros de Secundaria de nuevos dispositivos tecnológicos. Parece que estuviera pensando más bien en un modelo tradicional, pero con contenidos y gadgets digitales, en donde el profesor imparte la clase desde su puesto de control, y en donde los alumnos fijan su atención ya sea en la pizarra o en los portátiles. El proyecto eScholarium del gobierno extremeño va en esa dirección; subraya los contenidos digitales y no la metodología como eje de la innovación. La política educativa en materia de innovación tecnológica no va ligada a un programa de formación del profesorado que ponga su foco en el aprendizaje práctico de metodologías diversas, compatibles con el uso de las TICs dentro y fuera del aula. Falta reflexión y modelos prácticos, a pie de aula, y sobran contenidos y aplicaciones digitales.
Y no es que no tengamos las condiciones para hacerlo. La liberación de los ordenadores de sobremesa y la dotación progresiva de portátiles y redes inalámbricas facilita la reagrupación dentro del aula. La pizarra digital y el portátil del alumno pueden utilizarse cuando se considere apropiado, en función de la actividad y sus objetivos curriculares, sin ser físicamente un obstáculo para la utilización de otras metodologías. Es el momento de invertir en una formación que subraye un modelo de aprendizaje práctico y colaborativo, ligado a la adquisición de habilidades para la vida, que huya de las sirenas de la comodidad que asegura el uso de la pizarra digital y demás gadgets tecnológicos para tener a los alumnos atentos y entretenidos, y que empaqueta los contenidos a través de plataformas virtuales uniformantes, no adaptadas a la diversidad del aula.
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