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#dibujamelas en el I Encuentro de Profesores Creativos (Madrid, 9 de Julio)




El pasado 9 de julio asistí al I Encuentro de Profesores Creativos e Innovadores, invitado por enClaveELE, en Udima, Madrid, para impartir un taller de iniciación al pensamiento visual en el contexto de Ele, Enseñanza de la Lengua para Extranjeros. No solo asistieron docentes de forma presencial, sino también cerca de 100 personas en streaming. Un reto técnico y de comunicación increible.

Fue una experiencia más que gratificante; aprendí de decenas de docentes con una ilusión incombustible y tuve la oportunidad de desvirtualizar a algunos de ellos, a los que conocía de manera virtual (Nitzia, Manuela, Ernesto,...) y a los que conocí por primera vez allí (Olga, las dos Cristina, ).

Ya antes del encuentro tuve el gusto de ayudar a Manuela Mena con la presentación visual de su estimulante taller sobre creatividad, dibujando su Tabla Periódica del Aula Creativa y un juego visual de las diferencias entre el profesor creativo y el profesor que facilita la creatividad.








Aquí me tenéis, metido en el papel de clown del pensamiento visual. 



¿Qué es ser creativo? Basta con observar a cualquier niño.

1. MOVE ON! Si no te mueves, ¿cómo vas a aprender, cómo vas a crear algo nuevo? Desaprende, piérdele el miedo al miedo. Curiosea, investiga, prueba. ¿Qué puedes perder? ¿La vergüenza?

2. LOOK DIFFERENT! Mirando siempre desde el mismo lugar no se aprende nada, no se crea nada. Observar el mundo desde otra perspectiva te impulsa a reinventarlo.

3. WHAT IF...? Y si... Crear es convertir lo ordinario en extraordinario, lo viejo en nuevo, lo inútil en valioso. Reconstruye la realidad, transformando cada objeto en una oportunidad.

4. AND NOW THAT? He acabado un reto... ¿y ahora qué? ¡Otro reto! Una persona creativa siempre está proyectándose hacia adelante, mira en clave de reto, no de éxito. 

5. SMILE! Sin esta condición el resto no sirven de nada. La ilusión lo es todo. Sin alegría no duras ni dos minutos, te desanimas, claudicas, te desinflas. Nada valioso se construye sin alegría. Por eso es tan importante crear desde emociones positivas, y en plural, de forma colaborativa, con otros docentes que te sirvan de batería e impulso.

Primer reto: un globo rojo no es un globo rojo. ¿Qué tal si desaprendemos a mirar la realidad desde otra perspectiva? Quizá un globo rojo pueda ser una cereza gigante,... o una enorme bombilla desde la que iluminarnos cada uno con la creatividad de todos. Un sencillo juego de vocabulario visual que sirvió de aperitivo a los platos fuertes del encuentro.




Por cierto, ¿cuándo dejamos de dibujar?, ¿por qué el maestro dejó un día de invitarnos a dibujar? ¿Por qué la escuela no fomenta el pensamiento visual en el siglo de la imagen?




A largo del encuentro, algunos asistentes dejaron sus notas visuales en un improvisado pergamino.




En mi taller -ya por la tarde, un poco cansados de tanta faena- empezamos entrenándonos con la creación de vocabularios visuales. ¡Dibújame un cordero!








Como ya hemos perdido el miedo a dibujar, ahora nos tiramos a la piscina con un animalario creativo.




No da tiempo a crear recetas de cocina visuales (¡qué pena, con el hambre de dibujo que tenemos!), pero terminamos el taller creando historias visuales al estilo juglar. Personajes, lugares y acciones se entremezclan para crear historias colaborativas, narradas oralmente mediante una dramatización, con disfraz incluido. No da tiempo para disfrutar del teatro visual; nos quedamos con la miel en los labios. ¿Otro encuentro al año que viene? Sí, por favor.









(cortesía de @educaglobalele)

De mala fama a escuela creativa



Escuelas creativas, Ken Robinson.
Sketchnotes del primer capítulo.

Leyendo Escuelas creativas, de Ken Robinson, me topo en el primer capítulo con la primera experiencia real del libro, un instituto que me ha recordado mucho a aquel en donde trabajo, el Ies San José de Badajoz, y también me recuerda el proceso de cambio interno en el que andamos metidos algunos docentes del centro. Nuestro instituto, como el que se describe en el libro, "tiene mala fama" porque está ubicado en un barrio de familias en situación socioeconómica delicada, con múltiples problemas derivados de esa situación y que acaban afectando a los alumnos en su forma de afrontar los retos que exige la entrada en el instituto. 

Pero la cuestión más relevante no es cómo afrontan nuestros alumnos su vida en el centro, sino cómo afrontamos nosotros nuestra tarea como docentes, cuál es la actitud de base con la que intervenimos ante los retos que nos ponen frente a frente nuestros alumnos. Y esa actitud a veces es de pesimismo (¡a estos no hay quien los cambie!, ¡el peso de su entorno es tan fuerte que nada se puede hacer!) o comodidad (no vienen las familias... ¡mejor que mejor!, menos problemas; los alumnos no me exigen ni se quejan, ¡qué bien!...) En el fondo esta actitud tiene como emoción última no creer en nuestros alumnos, no ver la luz latente que clama ayuda y requiere por parte nuestra no solo una solución profesional, sino también moral. No podemos claudicar. Primero, por una cuestión práctica; lo que hacemos no funciona, luego hay que probar nuevas estrategias. Segundo, todo cambio será para mejor, por muy pequeños que sean los pasos. Tercero, mejorar nuestro instituto permite acometer nuestro trabajo con ilusión, ir al instituto contento y con ganas. 

La primera clave, como ya se apunta en el libro, es cambiar nuestra actitud emocional ante nuestros alumnos. Dejar de verlos como enemigos molestos que no me dejan dar clase y empezar a humanizarlos, ver biografías únicas, necesidades, ecos de ilusiones a menudo fracturadas por experiencias dolorosas, virtudes potenciales que hay que desentumecer. Para ello es necesario escucharles, hablar menos y atender a sus emociones y demandas (no confundir con entregarse a sus caprichos). Esto permite crear el necesario vínculo emocional entre alumno y profesor que facilitará ilusionarlos ante aquello que plantees en clase. Sin vínculo emocional -eso que llamaban antes respeto, en sentido adulterado- es difícil que un alumno quiera aprender. Quien lo probó lo sabe. Este cambio de actitud es fundamental en un equipo docente que quiera cambiar algo en su centro. Un docente que solo busca dar el temario (el alumno se adapta o queda fuera) es difícil que se enganche a un proceso de innovación en su centro, a no ser que acabe por osmosis contagiándose del resto. 

Segundo, crear sinergias entre docentes, contagios que permitan iniciar un proceso. Se puede ir de kamikaze -¡claro que sí!- pero tus logros se reducirán a tu intervención en el aula, a la impronta que dejes en tus clases. Esto es insuficiente y a la larga quema a muchos docentes. Hay que pensar en plural. Contagiarse, unirse en torno a objetivos comunes, ilusiones comunes, no meramente reunirse, como indica el manual. La experiencia demuestra que si tienes a un equipo directivo que va en la misma línea que un puñado de docentes el proceso de cambio será fluido y equilibrado. Es muy difícil que un pequeño grupo de docentes pueda cambiar algo sin el apoyo del equipo directivo; el equipo directivo permitirá que el cambio se integre en la estructura del centro y no sea una mera ocurrencia creativa de varios docentes. 

Tener un lenguaje común ayuda sobremanera, aligera el proceso, facilita la toma de decisiones y da alas a la creatividad, al sentirte apoyado por el resto por un proyecto educativo que sintoniza con tu forma de imaginar el futuro del centro. Si no existe, hay que generarlo lentamente a base de contagio por sistema de goteo; no queda otra. O esperar a que un puñado de docentes puedan crear un proyecto de dirección de centro compartido, que ilusione al resto. 

En mi centro, iniciamos el curso pasado un proceso de cambio que tiene como objetivo empezar desde 1º de Eso y continuar durante el primer ciclo. Consiste en: 

- Trabajar por ámbitos; dos ámbitos cubren las cuatro áreas curriculares más importantes con 16 horas semanales. Problema: que este curso hemos asumido el reto profesores que en su mayoría no provienen de esos departamentos. Lo ideal es tirar de los departamentos implicados y que asuman el proyecto. Pero bueno, este curso ha servido para ir contagiando al resto de docentes y generar una forma de trabajo diferente. Crucemos los dedos este próximo curso. Trabajar por ámbitos permite una mejor adaptación del colegio al instituto; tener un par de profesores de referencia ayuda a crear improntas emocionales que faciliten la implicación del alumno en el día a día del centro. Además, facilita integrar competencias dentro de diferentes áreas a través de metodologías activas y participativas. 

- Cambiar nuestra actitud ante la disrupción. Teníamos muy claro en el pequeño equipo del proyecto que abordar la actitud del alumno en el aula no podía hacerse a través del recurso a la amonestación o la arrogancia de creer que es el alumno que que debe adaptarse a ti y no al revés. Primero, antes incluso de atajar problemas curriculares era necesario crear un clima de clase, y para ello el docente no podía adoptar el rol tradicional de policía. Se acabaron las medidas punitivas (a no ser que el caso lo requiera), y aún así debe hacerse teniendo como horizonte recuperar al alumno, no meramente quitárselo de encima. Es esencial crear vínculos emocionales con el alumno, especialmente en el perfil de alumnos de nuestro centro, donde las carencias casi siempre están ligadas a relaciones tóxicas, falta de autoestima y ausencia de hábitos saludables. No se puede intervenir con este tipo de alumnos (y con ninguno, por extensión) sin ligar tu labor docente a un vínculo emocional que enganche al alumno. Esto exige por parte del docente un cambio de actitud ante sus alumnos que no se aprende en ninguna facultad; tienes que currártelo por ti mismo. 

- Trabajar como equipo docente. Lo teníamos claro desde el principio. No se puede ir por libre en un proyecto como éste. Era necesario que los docentes de 1º de Eso nos reuniéramos una vez a la semana no solo para organizarnos, ir teniendo un lenguaje común y tomar decisiones juntos, sino también para generar sinergias, contagiarnos de la ilusión de cada uno y servir de colchón ante las incertidumbres de cada uno. 

- Formarnos. El equipo de profesores es muy dispar. Unos estamos más familiarizados con metodologías colaborativas y hace tiempo que hemos adaptados esa metodología en la labor diaria de aula, pero para otros es algo nuevo, incluso ante lo que reaccionaban con cierta cautela o recelo. Formarse es esencial para ir teniendo un lenguaje común e ir adaptando, sin prisas pero con valentía, nuestra metodología en función de los retos que impone la realidad de nuestro centro. No partimos de un claustro converso; más bien lo contrario. Se miran los aires de cambio a veces con benevolencia, otras con escepticismo, pese a estar en un centro que a priori requiere una transformación importante en lo referente a metodologías de aula y organización de centro. Alumnos como los nuestros se adaptan mejor a metodologías activas, a modo de taller práctico y colaborativo, donde los contenidos no se impartan a pelo, sino dentro de un contexto real de aprendizaje. Igualmente requiere un cambio en el rol del docente dentro del aula, como ya apunté en el apartado anterior. 

- Liberar el espacio de aula. Desanclamos las mesas que estaban fijas al suelo, sustituyéndolas por mesas y sillas verdes tradicionales. Esto permitió liberar el espacio para realizar dentro del aula diferentes agrupamientos en función de la metodología utilizada. Esta decisión fue una de las más sabias que tomamos. Un espacio flexible facilita, dar rienda a la creatividad. 

- El equipo directivo apoya. Sin ese apoyo nada se puede hacer; este curso ha sido vital que el equipo directivo confiara en los docentes implicados en el proyecto. Pero no basta; el apoyo es necesario, pero no suficiente. Un equipo directivo debe liderar, no solo apoyar. El apoyo facilita, aligera, procura, pero un liderazgo hace posible además que las decisiones que se tomen en relación a la distribución de horas y grupos se haga en función de los proyectos de centro, y no al revés. Eso requiere perspectiva, una mirada a largo plazo y un lenguaje que sintonice con los docentes que quieran implicarse en proyectos educativos de futuro dentro del instituto. Cuando un proyecto tira hacia adelante debe vertebrar cada vez con más fuerza la vida del centro; de lo contrario, se convierte en una dieta pre estival, un buñuelo de viento. Y esto no gusta a todo el mundo, incluso incomoda al docente que pone el automático. 

Ya tenemos experiencias de otros centros que tomaron decisiones de ese tipo para establecer mejoras estructurales y que exigió al equipo directivo poner las necesidades de centro por encima de intereses personales del profesorado, facilitando el cambio organizativo y que con el tiempo el claustro se fuera concienciando de la necesidad de cambiar. No basta solo con el contagio entre docentes; la capacidad de liderazgo de un equipo directivo facilita la fortaleza de los proyectos y unos cambios realmente vinculantes, que definan un portafolio de centro al que todo docente que vaya recalando en él sea consciente de que debe asimilarlo. Es estéril y perjudicial para el futuro de un centro no adaptar su organización en función de las características de su alumnado. Basta con tener un equipo directivo que lidere y un grupo de docentes ilusionados que hayan todos en la misma dirección; ambos deben ser motor de cambio para el resto del claustro.

Escuelas creativas, de Ken Robinson (1): Reflexiones preliminares


Sketchnotes, introducción a Escuelas creativas, de Ken Robinson

Hace semanas que compré el libro Escuelas creativas, de (Sir) Ken Robinson, y hasta hoy no le he hincado el diente. Me gusta dejar macerar algunos libros antes de degustarlos; dejar que sean ellos los que me llamen al calor de una inquietud. Me hice de él no tanto con la intención de encontrar un catecismo que confirme mis convicciones en materia educativa cuanto ahondar en reflexiones que sobrevuelan la práctica diaria en mi aula. Resulta estéril concebir este tipo de libros como una especie de manual de autoayuda del docente o como una biblia pedagógica para conversos. Si así fuera, no aprendería nada, tan solo asentiría pasivamente, consolándome con la idea de que los gurús de moda están de mi lado. Por el contrario, le pido a un libro sobre educación que me contradiga, que me sugiera sin sentenciar, que estimule mi imaginación y active mis neuronas. El resto es perder el tiempo. Será por eso que suelo concederle cada vez más valor a un encuentro presencial entre docentes, donde compartir incertidumbres e ilusiones, que a un ensayo sobre el estado de lo nuestro.

Al principio tuve mis reservas sobre comprarlo o no, más por prejuicio que otra causa. Este tipo de libros, en los que un experto habla sobre educación, avalado por su éxito como coaching pedagógico, me hacen a priori sospechar, creer que venden humo, que hablan para conversos entusiastas que buscan un espejo en el que mirarse y justificar su forma de enseñar o que sus reflexiones se basan más en principios maximalistas que en realidades palpables. Sin embargo, también es cierto que no aprendes si no estás dispuesto a trascender tus prejuicios, así que manos a la obra. 

En la página 23 del libro, Robinson afirma que su intención es ofrecer al lector una crítica de la situación actual de la educación, una visión de cómo debería ser y una teoría transformadora de la misma. Pero como se suele decir, del deber ser al ser hay un trecho bien largo. Una teoría puede expresarse de forma clara y motivadora, pero la realidad directa del aula obliga a tomar decisiones diarias que ponen a prueba con contundencia cualquier catecismo pedagógico. Por otro lado, Robinson se basa en principios -fe en el potencial individual, autorrealización personal, responsabilidad cívica, respeto mutuo- que subrayan la necesidad de implementar en la realidad del aula determinadas formas de enseñanza que conviven con leyes educativas y culturas de trabajo asentadas (cuando no metastásicas) que impiden o dificultan su puesta en marcha. De ahí que no pocos docentes, después de leer este tipo de libros y después del subidón de entusiasmo que les proporciona, se suman en una especie de depresión postiluminativa, al intentar poner en práctica sus tesis en contextos reales y darse de bruces contra una dura pared. Esta desilusión obedece sobre todo a la estéril intención de fundar la acción educativa en catecismos y no en una conversión cocida a fuego lento, contagiada desde la misma realidad que pretende mejorar y sometida diariamente a prueba a pie de aula (a ser posible compartiendo incertidumbres con otros docentes). No es raro oír a muchos docentes: ¡Sí, sí, muy bonito, pero cómo se come eso en mi aula! El autor de un libro como éste a menudo pretende concentrar en unas páginas un recorrido que él ha andado durante décadas, a través de un arduo trecho que le exigió una lenta conversión y no pocos obstáculos. No se puede pretender que el lector lo recorra en unas horas sin tener en cuenta que todo fruto madura con la mediación inexorable del tiempo y mucha paciencia e ilusión.

A menudo la cultura de la innovación se manifiesta bajo el género de una épica grandilocuente o de una apología acrítica, subrayando conceptos como revolución, transformación, fe, pero sin apoyarse en la realidad del aula y en una evaluación autocrítica. No basta con contagiarse del entusiasmo, de creer en que estamos haciendo lo que debemos; es necesario convencer desde los hechos. De lo contrario, estaremos dando argumentos suficientes a aquellos que ven en esta cultura educativa una moda inconsistente que sirve más para entretener a los alumnos que para aprender. El buenismo voluntarista y la acrítica percepción del uso de las nuevas tecnologías son a mi juicio dos de los grandes enemigos del cambio educativo. 

No creo en una revolución global, pero confío en las revoluciones que se tejen día a día, a pie de aula, escuchando a mis alumnos y aprendiendo junto a otros docentes que no claudican y que con obstinada ilusión convierten sus perplejidades en nuevas sendas. A esa pequeña revolución sí me apunto. ¿Y tú?

Creaciones audiovisuales en el aula


Una atractiva y eficaz forma de trabajar en el aula consiste en convertir contenidos de área en proyectos audiovisuales. El alumno pasa de ser un receptor pasivo de información a un activo reportero dentro y fuera de su centro, que imagina, diseña y crea podcasts, noticias de prensa, reportajes televisivos, spots publicitarios, mini documentales temáticos,... Cualquier contenido de cualquier área es susceptible de convertirse en una creación educativa audiovisual. Si a esto le sumamos que los alumnos crean estos contenidos a través de metodologías colaborativas por proyectos, imaginad el potencial que posee esta forma de enseñar.

Cada curso suelo utilizar en los proyectos de aula este tipo de recursos. No es el único; normalmente en un solo proyecto colaborativo los alumnos pueden estar practicando un puñado de herramientas diferentes en función de lo que se les pida en el proyecto. En cualquier caso, es importante que estos contenidos sean creados de forma autónoma por el alumno. El docente solo se encarga de diseñar el proyecto, comunicar las instrucciones previas y evaluar en la sombra el proceso de trabajo.

Comparto con vosotros dos usos que he hecho a finales de curso de la animación en stop motion con alumnos de 4º de ESO.



1. Dentro del proyecto colaborativo intercentro Emociolabras (en el que os animo a participar), mis alumnos de Alternativa a la Religión de 4º de ESO crearon animaciones en el aula en torno a una pregunta sin respuesta. 

Inspirado en el libro póstumo de Pablo Neruda, El libro de las preguntas, el proyecto propone que alumnos, docentes, padres y todo aquel que quiera sumarse, creen preguntas poéticas sin respuesta, en formato tuit (no más de 140 caracteres). Pueden ir acompañadas de un dibujo, una fotografía, un video-poema. El formato creativo lo eliges tú.





En mi caso, elegí la animación en stop motion. Dividí la clase en tres grupos de dos o tres miembros. Dos grupos lograron realizar una emociolabra en forma de breve animación. Les costó la misma vida crear una pregunta sin respuesta, más de lo que necesitaron para recrear una animación que la expresara visualmente. Cuando los alumnos no están acostumbrados a trabajar de forma creativa y en equipo en el aula les cuesta aclimatarse a este tipo de metodologías, tardan en desoxidarse. Por eso es bueno ir incluyendo a lo largo del curso tareas o proyectos de este estilo con los que se irán sintiendo cada vez más cómodos.

Utilicé un sencillo artilugio que he inventado para hacer animaciones, un paralelepípedo sin superficie sólida en sus caras, excepto arriba (un cristal transparente) y abajo (una madera fina de marquetería). Sobre el cristal de arriba se pone un móvil o una cámara de fotos y sobre la madera de abajo el escenario de figuras moviéndose al que haremos fotos para después crear nuestra animación.





Una vez que fueron viendo la mecánica de la animación se fueron motivando. Un tercer grupo no pudo acabar su animación, que se preguntaba sobre el misterio de las sombras.

Para realizar los vídeos utilizaron la app para Android Motion, sencilla y muy útil. Utilizamos mi móvil. Les fui enseñando la dinámica del proceso y después lo hicieron ellos mismos. Un trabajo que requiere paciencia y pulso. 

Para editar vídeo desde móvil podéis utilizar KineMaster  o cualquier otro; hay muchos y eficaces. Edité yo los vídeos aparte, ya que los alumnos no disponían de medios.


2. La segunda actividad la realizaron alumnos de 4º de ESO en el área de Ética, dentro del bloque dedicado a la publicidad. La idea es que los alumnos sean críticos con los mensajes publicitarios a través del conocimiento y análisis de esos mensajes. De ahí que una de las tareas de este tema fue crear ellos mismos sus productos publicitarios, descubriendo las intenciones y estrategias que utilizan los publicistas para motivar el consumo.

Primero vimos en clase -muy brevemente- qué elementos básicos componen la publicidad (logotipo, eslogan,...). Y a continuación crearon ellos mismos sus logos y eslóganes como entrenamiento. También debatimos cómo influye en nuestras vidas la publicidad.

Les facilité una ficha de análisis de carteles y spots publicitarios que utilizaron para no solo crear sus mensajes sino también analizarlos después. 




El siguiente paso fue crear ellos mismos publicidad, primero fija, de cartelería, y después audiovisual, estilo televisivo. Los carteles publicitarios, en vez de contener los mensajes de consumo habituales, debían tener como objetivo fomentar la lectura

Vimos en clase y analizamos carteles a través de una breve presentación.


Pinchar sobre la imagen para ver la presentación

Comparto una una carpeta de Drive los carteles de los alumnos y aquí abajo una muestra. 



Una vez practicada la relación entre imágenes y textos en la publicidad y analizados en la ficha sus propios carteles, los alumnos diseñaron un spot publicitario de no más de 30'' que incluyera una idea clara y sencilla, un logotipo, un eslogan y música o efectos si lo consideraban adecuado. 



El proceso de trabajo fue el siguiente:

- Separarse en equipos de 2 o 3 miembros. El número en los equipos se adapta a la naturaleza de cada tarea. En este caso, era necesario una comunicación fluida y un reparto de tareas no complejo, suficiente para hacerlo en parejas. 
- Una lluvia de ideas rápida, sin pensar, sobre qué quieren vender, a quién y cómo. Les expliqué la técnica de asociación libre de ideas. 
- Borrador de un storyboard. Bajo los fotogramas debían describir la escena (movimientos de elementos, música, efectos,...) 
- Traer materiales y empezar a diseñar el spot. Les expliqué la técnica del stop motion y cómo podrían hacerlo. Usamos el artilugio ya explicado más arriba. Algunos equipos utilizaron también grabación de vídeo a través de móvil. 
- Empezamos a grabar. Para realizar los vídeos utilizaron la app para Android Motion. Utilizamos mi móvil. Les fui enseñando la dinámica del proceso y después lo hicieron ellos mismos. Un trabajo que requiere paciencia y pulso. Para editar vídeo desde móvil podéis utilizar KineMaster  o cualquier otro; hay muchos y eficaces. Edité yo los vídeos aparte, ya que los alumnos no disponían de medios. Pero solo edité lo que me dijeron previamente los alumnos, incluida la música y los efectos a insertar. 
-  Mientras graba un equipo, otros preparan su material y van escribiendo el borrador de análisis de su propio spot. 
- Finalmente, los alumnos deben entregar la ficha de análisis de su spot. 
- Se ven los spots en clase y se analizan.

Este es el resultado de los spots. Es una lista de reproducción con 5 spots; podéis pasar de uno a otro a través de la barra inferior.



L'art de la bise




En colaboración con el Departamento de Francés hemos realizado una actividad conjunta que consiste en elaborar un teatro de guiñol y representar una dramatización sobre la forma que tienen los franceses de dar besos. 







Un trabajo de aula en el que se combina el aprendizaje de técnicas de animación y teatralización en el área de Cultura Audiovisual, así como competencias lingüísticas en el área de francés. 



Los dos departamentos colaboramos cada curso con un proyecto creativo a través del cual aplicar los conocimientos y practicar las habilidades que requieren nuestras áreas. Este curso, Mari Ángeles Cienfuegos, profesora del Departamento de Francés, me propuso adaptar una animación ya existente, que le había gustado y que creía que podía encajar con lo que hago con mis alumnos de Cultura Audiovisual. Pinchando aquí podéis acceder al vídeo en el que nos hemos basado para crear nuestro guiñol.


Guión bilingüe

Los alumnos de francés elaboraron un guión adaptado en el que basar la creación de la obra de guiñol y a partir del cual mis alumnos crearon los personajes e idearon las diferentes escenas. Meses antes solicité a los profesores del Ciclo de Madera y Mueble que fabricaran un teatro de guiñol. Mi idea es fomentar en nuestro centro actividades creativas dentro de los objetivos del currículo de cada área, potenciando el trabajo en equipo no solo entre alumnos, sino también entre docentes. Esta actividad pretende ser una de muchas que tengan como telón de fondo escenarios creativos.

Una vez con el guión en la mano, mis alumnos se repartieron los roles de trabajo y elaboraron un storyboard con las diferentes escenas e idearon los personajes. Después se pusieron manos a la obra, construyendo los fondos y fabricando los muñecos de guiñol con cartón, cartulinas y goma Eva, sostenidos sobre varas de madera. 



Primero ensayamos los movimientos que realizarían los personajes en cada escena. Cada escena corresponde con una parte del guión. Segundo ensayamos con los alumnos de francés la primera escena, adaptando los movimientos de personajes y cambios de escenario con la lectura del guión en francés. Y por último, a grabar. Exceptuando retoques de dicción y algunos fallos de escenario, la grabación fue fluida. 




Nos organizamos los dos grupos, el del guiñol y el que leía el guión, de tal forma que no restara horas al resto de actividades. Venían a leer su parte, se grababa y se iban a clase.


La evaluación de la actividad es positiva. Sus virtudes son evidentes, no solo se ponen en práctica los conocimientos, sino que también se aprende a trabajar de forma colaborativa, a ejercer roles dentro de un equipo, a crear contenidos y a fomentar la creatividad. Como dificultad, citar que la creación del guiñol, especialmente los personajes, llevó bastante tiempo, ya que había muchos que elaborar.

El vídeo resultante sirve a su vez como material didáctico para las clases de Francés y Cultura Audiovisual. Igualmente, ayuda a entender y valorar las diferencias culturales, las diferentes maneras de expresar emociones en función de las costumbres sociales de cada país o región.

Cuadernos creativos



A raíz de la publicación de estos libros que proponen que seas tú mismo quien los llene con tu imaginación, se me ocurrió que sería una excelente idea trasladarlo de forma casera al aula. Se compran cuadernos en blanco (el coste es ínfimo en relación al beneficio didáctico) y en función de los contenidos o las competencias que se deseen potenciar, se proponen retos a realizar en cada página.

El profesor propone a sus alumnos cada semana un reto que deberá ser ilustrado en el cuaderno. Los retos no deben ser tareas clásicas, exclusivamente enfocadas a la asimilación de conceptos; se trata de potenciar ciertas competencias de forma creativa y lúdica, y permitiendo que el alumno aporte su propia visión. El resultado final debe ser la creación de un cuaderno que el alumno sienta como suyo y que a su vez le permita acceder a ciertos conocimientos de manera práctica e imaginativa. Escriben, pintan, pegan, recortan, fotografían, inventan,...

Por ejemplo, en el área de Lengua y Literatura se puede pedir que escriban un poema (propio o ajeno) en espiral y con diferentes colores; que rimen palabras; que peguen una imagen e inventen un relato en torno a ella... Las posibilidades son infinitas. 

Otra opción puede ser que algunos de los retos los propongan los propios alumnos y se asignen a otro compañero. Juan hace el de Isabel, María el de Ana,... 

Al terminar el curso (o cada trimestre) el alumno tendrá un cuaderno personalizado que forma parte del aprendizaje diario, pero que es suyo, no un mero cuaderno de tareas.

¿Os apetece? Si os animáis, contadnos vuestras experiencias.

Palabrejeando: proyecto colaborativo



PALABREJEANDO es un proyecto colaborativo que propone un minirreto literario cada curso escolar. Nace en Extremadura, pero a él se suman todos los centros educativos de Primaria y Secundaria que se acepten el primer minirreto: crear entre todos un ficcionario.

FICCIONARIO tiene como objetivo fomentar en nuestros alumnos la creatividad y el disfrute por las palabras, y de paso aprender a crear juntos a generar redes de aprendizaje.







¿EN QUÉ CONSISTE?

Crear un ficcionario colectivo, es decir, un diccionario de palabras inventadas. Pueden participar todos los miembros de la comunidad educativa; no solo los alumnos, también profesores, padres, vecinos,... Inventa una palabra y defínela a libre albedrío.

Condiciones:

- Que no existan en el diccionario.
- Que no sean nombres propios.

Puedes utilizar trucos como:

- Combinar dos palabras ya existentes (por ejemplo, rinocuajo, mezcla de rinoceronte y renacuajo).
- Combinar prefijos o sufijos con sustantivos o adjetivos.

Si vais a participar como centro o con varios grupos de alumnos, podéis asignaros una letra del abecedario e inventar palabras que empiecen por esa letra.


¿CÓMO PUEDO PARTICIPAR?

Puedes participar:

- a título personal, como docente;
- proponiéndole la idea a tus alumnos;
- convirtiéndolo en un proyecto de centro;
- implicando a padres, profesores y/o barrio;
- ...

No existe tiempo de entrega ni límite de palabras. Podéis colaborar con el número de palabras que queráis. 

Tan solo debéis:

 - Inventar palabras e imaginar una definición. 

 - Grabar la lectura de la palabra y su definición en vídeo (con un móvil, una tableta, una videocámara,...) Debe leerla la persona que la ha inventado.

 - Para enviar tu vídeo puedes hacerlo:

a) Grabándolo y subiéndolo a tu propio canal de Youtube. Después me envías el enlace del vídeo tuprofesoronline@gmail.com y/o publicarlo en este blog colaborativo.

b) Enviándomelo al gmail de más arriba. Yo me encargaré de editarlo y subirlo a este blog.

En cualquier caso, debéis indicar junto al vídeo el nombre del inventor de la palabra, su curso y el centro al que pertenece. Si es profesor, solo debe indicar el centro y de qué y a quién da clase.

Si quieres participar en el blog colaborativo, envíame tu gmail y te daré permisos para escribir tus propias entradas con los vídeos y una breve reseña que describa quiénes sois, qué tal fue la experiencia, cómo implicasteis a los alumnos,...

Todas las videopalabras se subirán a un tablero colaborativo en Pinterest.

Puedes publicar en Twitter tus vídeos, experiencia y actividades paralelas mediante el hashtag #mificcionario.

Los vídeos publicados se incluirán en una lista de reproducción en Youtube que publicaremos en este blog.


ACTIVIDADES PARALELAS

Ficciogramas:

A través de un tablero colaborativo en Pinterest en el que podréis subir imágenes creadas por los alumnos, que ilustren palabras del ficcionario elegidas por ellos. Las imágenes pueden ser pintadas, en collage o cualquier otra técnica. Le hacéis una foto y la incluís en el tablero colectivo.

Si alguien no sabe usar Pinterest o no tiene tiempo, me enviáis las imágenes a tuprofesoronline@gmail.com y listo. Yo las añadiré a Pinterest. En cuanto tenga al menos una o dos, publico la dirección del tablero en este blog para invitaros a él y que podáis subir las vuestras.

Debajo de la imagen añadid a qué palabra corresponde, el nombre del artista, curso y centro.

3Palabras:

Elige 3 palabras del ficcionario e inventa un relato. Publícalo en este blog colaborativo. Indica autor, curso y centro.

Animalabras: 

Crea animaciones (en cut-out, stop-motion,...) a partir de algunas palabras del ficcionario o de los relatos que escriban los alumnos en la actividad 3Palabras

Igualmente, las imágenes creadas en los Ficciogramas pueden convertirse en animaciones poéticas o videopoemas.

A medida que vaya creciendo el proyecto, entre todos podéis proponer a través de este blog nuevas ideas e invitar a los demás a unirse a ellas.

Os animo a sumaros y viralizar este proyecto. Si tienes alguna duda, puedes poderte en contacto conmigo a través de:

Gmailtuprofesoronline@gmail.com
Twitter@tictiriti
Facebookramon.besonias