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DEP profe: innovar en Extremadura



Hace poco asistí con la Directora y el Técnico Informático de mi centro a una reunión en el CPR de Badajoz para recoger lo que será la dotación previa de un equipo, mitad tablet, mitad ordenador portátil, para cada docente extremeño, lo que han dado en llamar con una no premeditada, pero inquietante metáfora: DEP profe. A la reunión asistieron Antonio Morato, Jefe de Servicio de Innovación y Formación del Profesorado, Juan Pablo Pulido, Jefe de Servicio de las Tics, y Daniel Cambero, Director de la UPE de Badajoz.



Ya el hecho de que representantes de dos servicios tan significativos como aquellos encargados de la formación del profesorado y aquellos que organizan la dotación TIC de Extremadura se sienten en la misma mesa refleja el modelo actual de innovación y formación por el que Extremadura sigue apostando (hasta que, el azar lo quiera, otras realidades refuten lo contrario). ¿Y cuál es ese modelo?, se preguntará usted. A día de hoy no existe otro programa integral de formación del profesorado e innovación en Extremadura que el de eScholarium, lo que supone ligar metodología de aula y dotación TIC a través de un proyecto que necesita del soporte de la santísima trinidad: pizarra con proyector-libro digital (enlatado por las editoriales)-dispositivo portátil. Este es el único proyecto que Extremadura tiene hoy por hoy pensado para transformar la escuela del futuro.




¿Qué deficiencias posee este modelo?


- Reproduce el viejo modelo educativo basado en libros y tareas, solo que bajo una interfaz más atractiva. Mira, lee, pincha sobre la opción correcta. 

- Liga las metodologías de aula al uso del dispositivo portátil, en detrimento de metodologías activas y participativas que supongan interacción física y socializada, así como un trabajo sobre la realidad cercana del alumno. 

- Reproduce la clásica organización espacial del aula, centrada en la pizarra y en mesas en cuadrícula. 

- Liga la innovación a compromisos con las editoriales, en detrimento de una cultura de producción creativa de contenidos, tanto por parte del profesorado como por los alumnos. El alumno interactúa (casi siempre de forma individual) en un entorno cerrado, ligado a contenidos enlatados.



No existe ningún otro programa integral de innovación en Extremadura que suponga concebir las TICs como una herramienta más dentro de una mochila diversa y centre sus esfuerzos en la adquisición de una cultura de trabajo creativa, activa y colaborativa en el aula (no solo en los alumnos, también en el profesorado). El Servicio TIC extremeño ha fagocitado al Servicio de Innovación y Formación, pese a que debiera ser lo contrario. La excesiva tictirización del modelo formativo del profesorado no solo está generando problemas técnicos y organizativos dentro de los centros (¡narrarlos sería una empresa enciclopédica!, pese a que Juan Pablo Pulido pretenda obviar descaradamente la realidad), sino que sobre todo supone un grave peligro para la implementación de un modelo real de paradigma metodológico y organizativo en los centros. 


Es evidente que desde la lógica de una política educativa, la presentación rutilante de dispositivos vende y luce mejor que el cambio lento de cultura de trabajo dentro del aula, pero esta tictirización está haciendo un daño profundo a lo que debiera ser -no solo a mi juicio, sino al de muchos docentes extremeños que intentan contracorriente mejorar lo presente- el cambio de paradigma en educación. No lo digo yo, es un eco colectivo entre expertos en educación y un hecho incontestable en la realidad diaria de cada vez más centros educativos de España. 

Es más, la política educativa practica sin reparos en materia de innovación una doble moral interesada. Por un lado, presenta la innovación del profesorado a pie de aula como un mérito incontestable y deseable, y por otro lado, la dirección que toma su modelo de futuro subraya la dotación frente a la metodología y la organización del sistema educativo, desplazando el objetivo hacia el uso de esos dispositivos en un entorno cerrado y corporativo. La innovación se usa políticamente como un cliché publicitario, no como una constatación de decisiones testables que conduzcan a cambios reales. Los profesores innovadores le hacemos la cama a aquellos políticos que entienden la innovación educativa como una cara amable, vendible ante la opinión pública.



El cambio que debiera darse en la cultura de trabajo del docente se sustituye por un placebo adornado de falsa innovación, que reproduce viejos hábitos metodológicos. El propio docente, satisfecho, cree estar cambiando su forma de dar clase por tener a su lado la mediación de una pizarra o un portátil. Un espejismo que la política educativa alimenta adrede. No existe a día de hoy ningún proyecto integral en Extremadura -más allá de eScholarium, que convierte al profesorado en un expendedor de contenidos digitales- que aborde directamente la necesidad de un cambio de paradigma metodológico, otra forma de concebir la función de la escuela y del docente. 


Saben lo que está funcionando en otros centros de España, y que eso exige algo más que recargar de gadgets la escuela. Supone un proyecto que aborde directamente el rol del docente, los órganos directivos y su forma de trabajo, reestructurar la organización de los centros, centrar la formación en lo metodológico y la creación de redes de aprendizaje y enseñanza colaborativas... Un síntoma de que no se están dando pasos en esta dirección no solo son reuniones como a la que asistí hace poco, sino que un docente que pretenda innovar en su aula tenga más dificultades para hacerlo, más obstáculos organizativos, legales, curriculares,... que uno que ponga el automático y decida leer el libro y poner tareas y exámenes. Esto no se puede permitir en un sistema educativo de futuro. 

La mediocridad de las políticas educativas debe dejar paso a otros gestores que no solo sepan, sino que realmente "quieran" cambiar la escuela. Falta altura de miras, perspectiva y una estructura dentro de la Consejería de Educación que vaya en la misma dirección y no con servicios estanco que no sabe uno lo que el otro quiere, y no le importa con tal de que la maquinaria siga engrasada y cada cual cobre a fin de mes. No se puede dejar la educación solo en manos del voluntarismo de algunos docentes que invierten tiempo y esfuerzos en cambiar la escuela contra los elementos, a pesar de y no con la política educativa de su lado. Muchos gestores educativos se han dejado encandilar -las editoriales y empresas tecnológicas están contentísimas- por la idea de que el cambio de modelo educativo va ligado al mero uso de gadgets digitales, ingenuamente convencidos de que por sí mismos traerán un cambio en las formas de trabajo. Como si regalar una bici bastara para saber usarla. Como si regalar gadgets fuera sinónimo de calidad educativa. 

No me gusta la palabra innovación; quizá hace tiempo fuera un término revelador, no contaminado por intenciones ajenas a la educación, pero hoy es una palabra hueca ligada a la tecnificación del docente. Tampoco me gusta porque se aplica como una excepción recurrente y vistosa o un producto de la creatividad bienintencionada del docente, y no la esencia misma de la acción educativa, su razón de ser. La Rae lo define: "Mudar o alterar algo, introduciendo novedades." Novedades no como mera dermoestética, moda o esnobismo insustancial, sino como estrategia necesaria que provoque el aprendizaje. No debiera existir demarcación entre docentes innovadores y los que no lo son. Y es ahí donde debiéramos superar el mero voluntarismo e implantar políticas educativas que favorezcan ese cambio, haciendo de la pasividad una excepción superable.

Supercontrato Tic extremeño e innovación educativa




No se habló de educación, no... Que nadie piense que aquella reunión en Mérida entre por un lado la Administración -representada por el Secretario General y el Jefe de Servicio Tic- y por otro los Técnicos Informáticos y los Coordinadores Tic de Extremadura tuvo como objetivo mejorar entre todos el modelo educativo. Fue esencialmente un gabinete de crisis para gestionar la fase B del llamado Supercontrato de 38 millones de euros para dotar a los centros de gadgets Tic, cuyo gasto y acondicionamiento en los centros debe completarse el 31 de diciembre de este año. Orden y disciplina es lo que debió esperar el Secretario General, a quien la reunión se le fue de las manos. Esperaba un dulce paseo, un rutinario ejercicio de información donde sus empleados asumieran dócilmente el calendario y las condiciones. 

Pero no fue así; por el contrario, el admirable colectivo de Técnicos Informáticos redactaron un manifiesto en el que reiteraban sus quejas ante el ninguneo al que los ha sometido la Administración y la desastrosa gestión de este proceso, enumerando uno a uno las decenas de problemas que está generando. El Secretario General, que empezó sereno y complaciente, pasó a una actitud de soberbia, incluso algunas veces despectiva hacia su subalterno, el señor Juan Pablo Pulido, al que riñó (sí, esa es la palabra) en numerosas ocasiones. Por su parte, el señor Pulido no sabía dónde meterse; se mesaba la barba, el pelo, hundía la yema de sus dedos en los ojos... Reiteraba su buena voluntad, el duro trabajo que había supuesto poner en marcha un proyecto millonario como éste, pero nada de eso sirvió ante el descontento generalizado que reinaba entre el colectivo. Lo extraño es que no previeran esta situación. De hecho, esa falta de previsión es la que criticaron con mayor ahínco los Técnicos Informáticos. Como dijo uno de ellos: "No se pregunta al usuario final del producto, al que va a utilizarlo." 

Como dije al inicio de esta crónica, no se habló de educación; pretendía ser una reunión eminentemente técnica, de resolución de problemas, pero no lo era. Entre líneas planeaban algunas cuestiones que vertebran lo que podríamos llamar una política educativa, la direccionalidad del modelo educativo que queremos tener en los próximos diez años. Desgranaré brevemente algunas de estas cuestiones.

Sistemas operativos y licencias privadas. Existe entre el colectivo de Técnicos Informáticos una firme defensa del software libre, que no es solo suya; desde que se inició el proceso de adecuación de Tics en Extremadura se ha venido defendiendo la implantación de este modelo. La irrupción de licencias privadas (Microsoft Office y Adobe, por ejemplo) y la adopción del sistema dual (Windows y Linex) han despertado sospechas entre este colectivo y parte del profesorado. 

No quedó claro si la idea es que el docente elija qué SO quiere adoptar al encender su dispositivo o si Windows solo se instalará en aulas donde es necesario porque deben trabajar con un software específico. La primera opción puede acabar a largo plazo con el uso de Linex en las aulas, ya que no es el SO que tienen los docentes en casa. La segunda opción es la más razonable. 

En cuanto a las licencias privadas, el señor Pulido insistió en su bajo coste, pero nadie parecía muy convencido de esto. De hecho, la gestión presupuestaria de este Supercontrato adolece de una flagrante falta de transparencia. No tenemos acceso a ningún informe en el que se especifique en qué y cómo se ha gastado cada euro, y menos aún información sobre las contraprestaciones encubiertas que estos apaños económicos llevan aparejadas.

Pero este análisis es solo tocar la superficie del problema. En el fondo lo que está en juego es el modelo educativo que queremos. Es evidente, y así lo corroboran numerosos expertos en educación y docentes innovadores, que el modelo Tic del futuro pasa por el trabajo en la nube. De ahí que el debate sobre SO y licencias debiera haber sido inexistente. Si sabemos, como también lo dejó caer el señor Pulido en un momento de su intervención, que el modelo previsible es la nube, el gasto nuclear del supercontrato debiera haberse centrado en la logística de conectividad a través de Wifi y en la generalización de dispositivos móviles adaptados a esa red inalámbrica, y el resto del dinero destinarlo a un proceso de formación serio, progresivo y evaluable (por cierto, no se dijo si la formación entra dentro de esos 38 millones o deben hacerse cargo de ese gasto los Cprs o las Upes, lo que debilitaría el resto de procesos formativos). 

Trabajar en la nube no requiere gastos adicionales, tan solo el uso de lo que ya existe, una formación seria y, por ejemplo, plataformas como Google Apps for Education; por cierto, cuya licencia gratuita posee la Consejería, pero que ha abandonado a su suerte -pese al demostrado éxito que está teniendo este curso, gracias a la voluntad de su coordinador Francisco López; más de 4000 inscritos este curso, 9000 en total- a mayor gloria del (desastroso) proyecto eScholarium, otro Leviatán que tiene pendiente de gestionar el Secretario General y que ya de pasada nos costará otros millones solo para insertarlo en la plataforma Rayuela. 

En el fondo, el modelo Tic que lleva desarrollándose desde hace años en Extremadura va encaminado a la entronización de los dispositivos frente a las metodologías, lo que denomino la tictirización de la educación reglada. Esta tictirización va en detrimento de un verdadero cambio en las formas de enseñanza. Por citar un ejemplo, el uso masivo de libros de texto enlatados en eScholarium provoca una falsa percepción de estar innovando, ya que en el fondo lo único que se está haciendo es trasladar las viejas metodologías pasivas e instructivas, del periodo industrial, bajo un entorno de aprendizaje digitalizado y con numerosos gadgets que simulan una innovación que no es real. El docente sigue ilustrando en la pizarra y haciendo que sus alumnos rellenen formularios. Desde que eScholarium está abierto, la producción de contenidos por parte de alumnos es irrisoria, por no decir inexistente, y lo es porque en el fondo el modelo eScholarium no pretende cambiar la forma de dar clase, sino que a largo plazo todas las familias pasen por caja (las editoriales buscan compensar las pérdidas en la venta de libros en papel) y para que los políticos luzcan ante los medios una rutilante dotación tecnológica que en el fondo no viene acompañada de una mejora real de la enseñanza.

Si preguntáramos a docentes innovadores y a expertos en metodología educativa cuál es el perfil docente del futuro nos dirían que es no el de un dispensador de contenidos enlatados -vengan en papel o en formato digital- que el alumno debe reproducir, sino el de un diseñador de entornos de aprendizaje en los que el alumno es el protagonista, aquel que construye contenidos a través de los cuales aprende, y todo ello en un entorno socializado, cooperativo, que genere productos útiles, al servicio de la comunidad. Este perfil requiere poner el acento de la política educativa no en los gadgets sino en la formación integral del profesorado, y adaptar las dotaciones Tic a la evolución de esa formación y de proyectos de centro evaluables. La innovación educativa del futuro no pasa por la mera sustitución de libros de papel por digitales. Requiere una apuesta por un modelo nuevo que subraye el cambio de rol del docente a través de un proceso paulatino de formación. Para ello la política educativa debe ser clara y firme y no un constante bamboleo de ocurrencias cortoplacistas, centradas más en dermoestéticas tecnocráticas que en cambios profundos.

Por eso, esta reunión en Mérida no era solo un gabinete de crisis práctico, no; era un síntoma más de una política educativa que requiere un urgente cambio de rumbo. No se puede basar el futuro de la política educativa en un macroproyecto de dotación Tic, no es de recibo. Es como pretender sanar un cuerpo a base de anabolizantes. Esto pasa por transformar la organización interna de la Consejería, dando protagonismo al Servicio de Formación del Profesorado, quien debiera dirigir y coordinar las acciones del Servicio Tic y no al revés, bajo un proyecto a largo plazo, sistémico y evaluable, centrado en el cambio metodológico en los propios centros. Lean mi propuesta a este respecto.

Cierto que la mayor y principal responsabilidad es del nuevo equipo de la Consejería, pero también de nosotros los docentes. Como dijo acertadamente un Técnico Informático en la reunión: "Podríamos no haber pedido tanto material o haber devuelto lo que no necesitamos", no haber cedido ante el suculento menú que se nos regalaba como placebo bajo el lema encubierto de: ¡caviar para todos, feliz Navidad! 

Afirmó el señor Pulido a modo justificación del supercontrato: "Es gratis, pues lo pido. ¿Iba a perder esa oportunidad?" Pues quizá sí, quizá debiéramos haber reculado y sentarnos a pensar qué modelo educativo queremos. O no, quizá ya lo pensaron y quieren esto que tenemos como vanguarda ejemplar. Entonces, apaga y vámonos; es previsible que un modelo como éste acabe explotándonos por efecto de su previsible entropía, de su vacua apariencia de solidez.

No quiero terminar esta crónica sui generis sin subrayar el excelente trabajo de los Técnicos Informáticos de Extremadura, unidos en su mayoría (108 de los 160 que existen en la región) por mejorar lo presente sin ocultar las miserias de este supercontrato. Ojalá los Coordinadores Tic pudiéramos tener la voluntad de unidad crítica ante lo sucedido, aunque al tratarse de un colectivo abandonado a su suerte y sin entidad funcional, a menudo elegidos por mera aritmética de horas lectivas, es difícil cohesionarnos bajo objetivos comunes. Quizá la fase C de este supercontrato -centrada en la formación y el uso de la dotación- nos haga ver la necesidad de reivindicar un futuro educativo más digno.

Tics para todos: ¡Feliz Navidad!




Escribo estas líneas poco después de enterarme que he sido convocado en calidad de Coordinador Tic de mi centro, junto al resto de coordinadores de la región y los técnicos informáticos, a una reunión en Mérida en la que se informará sobre el procedimiento a seguir en relación a la ingente dotación de materiales Tic que tanto revuelo está generando en los centros educativos, no solo ya por la naturaleza en sí de este despropósito, sino también por la forma en que se está gestionando. 

Lo primero que sorprende de esta reunión es que es la primera de escasas, por no decir casi ninguna que la Administración ha tenido con los Coordinadores Tic, cargo oficial ninguneado y sin formación ni funciones, dejado de la mano de incompetentes gestores (los del antiguo gobierno y ya veremos si de este otro). Y cuando nos llaman lo hacen para velar por los materiales Tic. No sé si reír o llorar, de veras.

En principio, la reunión tiene como objetivo unificar criterios sobre la logística de la recepción de los materiales y su posterior uso y plan formativo que lo sostenga. Y proponen como única idea una que ya la contemplaban anteriores jefes de servicio: crear un foro colaborativo. Efectivamente, estoy pensando lo mismo que tú, querido compañero; ridículo, estéril,... Elige tú mismo el adjetivo. A la Administración no se le ocurre otra cosa que hacer lo que las empresas de telecomunicación cuando quieren comunicarse con sus clientes: crear un foro en la red para compartir dudas y sugerencias. Un parche que sirva tan solo para justificar un proyecto de implantación Tic que hace agua por todos lados, y que lo hace porque no se piensa en global, no existe voluntad de un cambio estructural de políticas de formación y evaluación. Sería muy triste que la actual Administración caiga en los mismos errores que su predecesor.

De partida, esta dotación es en sí misma un sinsentido. Refuerza (hasta el ridículo) el divorcio que existe desde hace tiempo entre dotación Tic y formación del profesorado, centrando el eje del modelo en el dominio de gadgets y no en un cambio metodológico real en los centros. Buena parte de la dotación no se utilizará, ya sea porque no tiene una función previa que le dé sentido o porque, como es el caso de las impresoras, supone tal gasto de mantenimiento y relleno que se olvidarán en un trastero; y no hablemos de los problemas que presentará el volumen de datos Wifi. Pero no es este el problema más grave. El quid de la cuestión es que la dotación Tic es apriorística, dejando en un segundo plano los proyectos de centro, la formación adaptada de los mismos y su evaluación eficiente. El Servicio Tic es quien manda sobre el Servicio de Formación del Profesorado, y no al revés. Y nadie parece tener en la Administración un plan a largo plazo que unifique criterios y dé una direccionalidad al modelo de mejora educativa. Simplemente se parchea bajo la dictadura esperpéntica de un cortoplacismo complaciente, fundado más en las apariencias que en un cambio real.

Esta reunión en Mérida será simplemente una especie de gestión de crisis, de Uvi improvisada para apuntalar vigas inconsistentes. El ninguneo de los Coordinadores Tic en Extremadura es otro despropósito; se les abandona a su suerte y se les llama ahora para servir de albaceas del supermercado Tic, pero sin dotarlos de una entidad fuerte que asegure un plan de formación en centros adaptado a las necesidades reales. Hoy la Coordinación Tic es una 'maría' dentro del horario docente, asignada principalmente a quien le faltan horas y cuya razón de ser se desconoce porque la propia Administración la ha olvidado, a no ser que se recupere -como es el caso que nos toca- por mero pragmatismo.

La dotación Tic debiera ser el último escalón dentro de un plan general de mejora educativa, precedido por medidas que favorezcan la implantación de proyectos de dentro evaluables, a los que dotar de formación, asesoramiento y redes docentes de colaboración. Pero claro está, para que esto suceda se debe abandonar una visión cortoplacista de la política educativa para empezar a pensar a largo plazo y de forma sistémica. Ya hablé de este posible modelo en mi anterior artículo La formación del profesorado en Extremadura: propuestas de futuro (os recomiendo su lectura).

Por esa razón asistiré a esta reunión en Mérida con escepticismo justificado, un escepticismo que espero que se vea refutado por iluminadoras perspectivas y no con la estéril repetición del mismo error. Continuará...

Presente y futuro del Coordinador TIC



La función del Coordinador TIC en la enseñanza pública extremeña fue desde su nacimiento una consecuencia lógica del proyecto de digitalización de las aulas orquestado por la administración educativa de entonces. Dotar las aulas de ordenadores requería la presencia de un técnico informático y la mediación didáctica de un coordinador pedagógico que orientara y canalizara las necesidades reales del profesorado en materia TIC, una demanda por entonces mínima, ya que la mayor parte de los docentes o no tenía internet en casa o eludía cualquier intento de incluir estos nuevos medios en su quehacer profesional, interpretándolos como una ortopedia inútil e impuesta de manera artificial por la administración, nunca como una respuesta racional a necesidades reales. Hoy podemos decir sin equivocarnos que la presencia de las TICs en el sistema educativo extremeño fue un plan impuesto por razones exógenas, unas de carácter didáctico y de adaptación cultural a nuevos modelos de acceso al conocimiento, hoy indiscutibles, y otras de naturaleza política. En cualquier caso, obviar a día de hoy la necesidad de integrar estos nuevos dispositivos dentro de nuestra labor profesional es una reflexión estéril. Sin embargo, no lo es tanto aprender de los errores pasados y presentes, a fin de poner en su justo medio la viabilidad de determinadas estrategias de implantación de las TIC en contextos reales de enseñanza y aprendizaje. Cabe plantear serias y ponderadas dudas sobre este asunto.

La figura del Coordinador TIC nació con voluntad de convertirse en una función esencial a la hora de filtrar y vehicular las necesidades reales de formación TIC del profesorado, así como orientar sobre el uso de las nuevas tecnologías en los contextos individualizados de cada aula. Por mucho que los CPRs oferten una formación lo más cercana a la realidad del profesorado, es evidente que solo pueden conseguir una capacitación inicial en determinadas habilidades, en el conocimiento de determinadas herramientas tecnológicas, y hacerlo de manera global, a fin de que sea cada docente quien la adapte a su contexto real dentro del aula. Es evidente que la figura del Coordinador TIC debiera ser quien posibilite la aplicación de las TICs dentro de contextos y metodologías adaptadas a cada contexto educativo. Además de esto, es también evidente la función motivadora, impulsora de proyectos de innovación educativa dentro los centros. No se trata solo de ofertar un dispensario de píldoras TIC o resolver dudas al profesorado. El Coordinador TIC es quien puede de manera más directa propiciar la adopción de programas de innovación que visibilicen el uso de nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje más allá del aula, como proyecto colectivo en el que se integre toda la comunidad educativa de forma inclusiva y participativa.

Hasta aquí solo he expuesto lo que debiera ser. Pero ¿es esto lo que realmente sucede a pie de aula? ¿Son estas las funciones reales que ejerce el Coordinador TIC? Ciertamente, no. En un principio, para ser Coordinador TIC debías pasar una prueba de capacitación, testada por un inspector. Lejos de ser un sistema eficiente -el inspector que me evaluó a mí apenas sabía encender un ordenador-, al menos dotaba a nuestra función de un carácter institucional dentro de la red de roles educativos que integran la vida de un centro. Pronto pudimos comprobar que el Coordinador TIC quedó a su suerte, abandonado por la Administración, a fin de cubrir y justificar sin esfuerzo un plan de digitalización que no tenía marcha atrás. En ningún caso se arbitró un plan de evaluación y formación de Coordinadores TIC, y mucho menos un plan de innovación educativa que tuviera como pieza mediadora al Coordinador TIC. Digamos que el proceso de alfabetización tecnológica del profesorado se desarrolló por ciencia infusa, a trompicones, a picotazos y sin criterios racionales progresivos que testaran la aplicación en contextos educativos reales. El Coordinador TIC pasó a ser una figura subsidiaria y variable, sin una función estable e integrable en el proyecto global del centro. De hecho, hoy esta labor la desarrollan en no pocos centros profesores a los que les sobran horas semanales. Hasta la fecha, la Administración tan solo se ha acercado a los Coordinadores TICs a través de convocatorias a Congresos sobre TICs o creando un foro corporativo donde compartir recursos e inquietudes. Un acercamiento del todo insuficiente para dotar a esta función de solidez profesional. Su rol queda reducido a mero expendedor de recetas. 

Los CPRs, por mucho que quieran, no tienen potestad de convocar a los Coordinadores TICs a sesiones de formación específica y obligatoria, ya que existe en este sentido una pared institucional que lo impide. Esto se debe a que el rol del Coordinador TIC no posee una entidad sólida dentro del sistema educativo, como la tiene un equipo directivo o incluso un orientador, con horas de dedicación exclusiva (más allá de un par de horas estandarizadas en las que casi nadie te necesita), ni potestad para vehicular de manera directiva un plan de formación en centros, adaptado a necesidades reales y contextos individualizados. La Administración -ni esta ni la anterior- apostó por el fomento de planes de formación en centros dirigidos por Coordinadores TICs previamente formados y evaluados, ni proyectos de innovación coordinados por ellos. Tanto la dotación de medios tecnológicos como la formación del profesorado se diseña sin criterios sólidos ni medios de evaluación pedagógica. No es raro que un centro se encuentre con 10 pizarras digitales que ni va a utilizar ni nadie le exigirá hacerlo. La Administración sigue imponiendo desde fuera un plan caótico de digitalización, sorda y ciega a los contextos reales en los que debe integrarse esta dotación. Asimismo, tampoco existe un plan de formación adaptado que sí podría asumir un Coordinador TIC si tuviera realmente potestad para ello.

La Administración ha obviado la necesidad de reforzar la figura del Coordinador TIC como eje esencial de un sistema formativo dentro de los centros y rol principal del viraje hacia nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje adaptadas a necesidades cotidianas. Es evidente que las funciones del Coordinador TIC deben revisarse a fin de convertirlo en asesor TIC dentro de su centro, con horas exclusivas para formar y ser formado, para coordinar proyectos de innovación educativa y propiciar cambios en las metodologías de aula. Para ello la Administración debe arbitrar un plan anual de formación para Coordinadores TIC, que en buena parte pudiera ser retroalimentado por la aportación de los propios coordinadores, enseñándose unos a otros. Asimismo, debieran existir planes que impulsaran la innovación educativa a través de proyectos de centro cuya dirección bien pudieran asumir los Coordinadores TIC y que solo a través de estos proyectos se dotara a los centros de medios tecnológicos adaptados a las necesidades que estos generen. La labor de los CPRs se vería beneficiada, ya que de esta forma podrían dedicarse solo a ofrecer planes formativos generales, de dominio de determinadas herramientas, dejando a los Coordinadores TIC su aplicación real a contextos de aula y proyectos de centro.

Es del todo evidente que no podemos reducir la función del Coordinador TIC al sustrato deficiente en el que hoy se encuentra. Dilatar esta situación no hace sino dificultar aún más la posibilidad de un cambio de perspectiva que modifique inercias ya instaladas tanto dentro de los centros como en el seno de la Administración. Hoy por hoy no existe una dirección general que aglutine una política de formación eficaz, más allá del mero voluntarismo de los agentes educativos. No existe un plan de evaluación de metodologías y recursos, mediados por proyectos de centro testables. Ya es hora de coger al toro por los cuernos. 

TICtirití en el CITA



El pasado 27 de octubre TICtirití estuvo presente en el II Encuentro de Buenas Prácticas que organiza la Fundación CITA, representando una breve ponencia en la que expuse mi experiencia como Coordinador TIC y un proyecto de dinamización TIC con audiovisuales que llevo a cabo en mi centro desde hace un par de años. Por si os apetece, aquí os dejo el vídeo de la presentación.


Si queréis ver el resto de ponencias, entra aquí. Tienes a tu disposición las 28 intervenciones en CanalCITA.

Mi experiencia como Coordinador TIC



Soy Coordinador TIC en un centro de Secundaria y Ciclos Formativos. El profesorado en líneas generales no utiliza apenas las TICs en el aula, pese a estar dotados de numerosos recursos. A los que ya se ven fuera del círculo generacional, pensando que es demasiado tarde para innovar o aprender de otra forma, se suman una amplia mayoría que aún ve las TICs como un engorro añadido a las dificultades que ya de por sí se plantea hacer las cosas a la manera tradicional. Sí comienza a verse por los centros una nueva generación de docentes jóvenes, que vivieron siendo adolescentes el boom tecnológico, y no les cuesta entender las virtudes de la innovación educativa. Pero para el profesor que se inicia en un proceso de alfabetización digital normalmente lo hace porque ha percibido a través algún otro compañero que existen formas sencillas de utilizarlas sin ver afectado especialmente su metodología. Intentar ofrecer a estos profesores grandes recursos es asustarles. Por eso, la labor esencial del Coordinador TIC es hacer fácil lo que puede parecer difícil. No se le puede dar a un bebé comidas sustanciosas; hay que empezar con papillas y purés. 

A veces sucede que los CPRs ofrecen cursos de iniciación a los que los docentes legos no quieren ir, ya sea porque les da pereza, se sienten ignorantes o les parece que el curso tendrá mucho nivel. Por esta razón, para el profesor que se inicia en el uso de las TICs es quizá más atractivo comenzar con seminarios o grupos de trabajo organizados dentro del propio centro de trabajo. Ventajas:

- el profesor se siente apoyado por sus compañeros (el contagio emocional es esencial);
- el nivel del curso se ajusta a necesidades reales del profesor;
- favorece la retroalimentación y el intercambio de experiencias.

Hace un par de años que inicié un plan de formación interna en mi centro. Organizo y coordino un seminario o grupo de trabajo al año, pensado especialmente para los compañeros que quieren iniciarse en esto de las TICs y no saben cómo hacerlo. Por esta razón, los cursos deben ser sencillos, adaptados a las necesidades y productivos. Con poca información y trabajo, debemos conseguir que el profesor obtenga un rendimiento eficaz en su trabajo diario en el aula. Este curso escolar, por ejemplo, he organizado un grupo de trabajo en el que se han inscrito 18 compañeros (cerca del 20% del total de la plantilla) y que tiene como objetivo crear un repositorio de materiales digitales multimedia, por áreas, temas y niveles. Cada profesor debe elaborar su propio repositorio, enlazarlo en un blog y extraerlo de la red para utilizarlo off line. El año pasado organicé un seminario sobre el uso de la plataforma virtual Edmodo.

Esta planificación formativa está inserta dentro del proyecto global que inicié hace unos años para dotar las aulas de ESO y Bachillerato de cañones proyectores con altavoces. Una inversión mínima comparada con lo que cuestan las PDIs. La idea es que la instalación de estos cañones, sumado a un programa de formación dentro del centro, anime a los compañeros a empezar a utilizar las TICs a través de un modelo cercano, sencillo y funcional.

¿Cómo están respondiendo los compañeros? Mejor de lo esperado. Cada año se unen a los seminarios y grupos de trabajo una cantidad impensable en otro contexto formativo. El docente se siente protegido y entendido, y el Coordinador TIC responde a sus demandas y ritmo de asimilación de esta nueva metodología, mejor que lo hace un curso externo, pensado para un amplio espectro, difuso en su nivel de comprensión y experiencia con TICs.

Si quieres saber más sobre este proyecto de formación en centros, escribe a tuprofesoronline@gmail.com