Innovar en Extremadura



Hoy mismo, martes 21 de enero, recibo del CPR de mi demarcación la información publicada también hoy en el DOE que abre la posibilidad de que los centros extremeños que lo deseen puedan unirse a lo que denomina la Consejería Redes de Apoyo Social e Innovación educativa. Dan 10 días, es decir hasta el próximo 31, para entregar los documentos necesarios. 

requisitos

Existen 3 tipos de redes a las que te puedes unir: 

1. Red Extremeña de Escuelas de Inteligencia Emocional. (10 plazas)
2. Red Extremeña de Escuelas Emprendedoras. (10 plazas)
3. Red Extremeña de Escuelas de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación Educativa (Red de Escuelas I+D+i). (15 plazas)

La idea consiste en que los centros creen un proyecto que potencie los objetivos previstos para cada red. En general, común a todas las modalidades, se busca que los centros se esfuercen en crear proyectos de innovación en todos los ámbitos (metodologías de aula, relación con las familias y con el barrio, trabajo colaborativo, emprendimiento,...) 

Se requiere que exista un grupo mínimo de docentes que se quieran comprometer con el proyecto, además de la implicación de padres, alumnos y asociaciones e instituciones del entorno. Igualmente, debe aprobarse en el Claustro y en el Consejo Escolar. Unirse al proyecto requiere un compromiso, una implicación no solo de los docentes, sino también del resto de la comunidad educativa. Incluso es necesario formar una Comisión de Redes, compuesta por diferentes agentes educativos.

Como veis, una convocatoria de estas características requiere que exista un equipo mínimo de docentes, padres, alumnos, que se reúnan y creen entre todos un proyecto. Sin embargo, el plazo para presentarlo es de 10 días. En fin, es evidente que es escaso y no da garantías, en el caso de que se quisiera presentar en ese plazo, de que el proyecto sea realmente algo consensuado y diseñado por todos. Quien tenga tiempo para presentarlo, deberá hacerlo rápidamente, de manera unilateral y aprobado en el Consejo Escolar y en el Claustro a toda prisa. Es evidente que proyectos colaborativos, que implican a toda la comunidad educativa, deben realizarse con tiempo suficiente como para aunar voluntades y sumar ideas en grupo. Es imposible en 10 días (ni en 20, puede que ni en un mes) dar forma a un proyecto preliminar de estas características, tomando como principio que se trata de un proyecto colectivo, que cuenta con muchos agentes educativos para elaborarse. Quien lo presente, es de esperar que lo haga a título personal, hablando con unos y otros a trasmano, sin reflexión y voluntades firmes de trabajo en equipo. 

La Consejería debiera pensar no solo el contenido, sino especialmente las formas del diseño de este tipo de proyectos, más aún cuando lo que se pretende es mejorar lo presente en nuestros centros, animando a los docentes a implicarse en proyectos colectivos. La lógica impone que exista un compromiso inicial sin requisitos tan complejos y que después, a través de un asesoramiento desde los CPRs y/o asesores externos que ayudarían a los centros, se vaya dilucidando si el proyecto es posible o no. Eso si se quiere que los proyectos sean realmente eficaces y no un mero trámite o atajo para conseguir otras prebendas. 

Debiera existir una fase preliminar sin exigencias, simplemente para asesorar y dar tiempo a elaborar el proyecto a través de la creación de sinergias entre los miembros de la comunidad educativa. 

Otra ausencia que se percibe al leer la orden es que el proceso no incluye el asesoramiento externo y la dotación de instrumentos evaluativos antes, durante y después del proyecto. Unas deficiencias muy graves no solo en este tipo de convocatorias, sino en todas aquellas que supongan poner en funcionamiento los medios humanos, materiales y técnicos de los que dispone un centro, y que pretenda colaborar con otros agentes externos a él.

Las condiciones de esta convocatoria no animan a que centros que están empezando a plantearse trabajar de otra forma o nunca se han planteado estas exigencias profesionales comiencen a sentirse tentados a unirse a proyectos ilusionantes. Igualmente, la falta de evaluación y ayuda a estos procesos favorece la inercia a presentar proyectos hinchado en la letra, pero hueco de realidad.

Es un error lanzar este tipo de proyectos únicamente bajo el formalismo de un DOE. Deberían unirse diferentes agentes y órganos formativos de la Consejería a fin de dotar a estos proyectos de una vida propia, más allá del frío requisito. El asesoramiento previo e inicial es esencial. No basta con enviar el enlace a la orden del DOE y esperar. Los CPRs, a través de los Coordinadores TICs o sus representantes de centro, debieran ser agentes activos de dinamización formativa. Animar, generar sinergias intercentro, crear redes de intercambio de experiencias, dotar de significatividad el rol del Coordinador TIC en los centros,... Todo esto no se hace lanzando convocatorias diseñadas con tan draconianas condiciones, a la espera de que pocos y mal preparados algunos centros se acojan a su rigor procedimental. El trabajo colaborativo, los proyectos de centro, no hay que olvidar que en la mayor parte de los casos se tejen sin apoyo institucional, por voluntad exclusiva de los docentes que se animan a cumplir con algo más que dar clases e irse a casa. Tampoco hay que olvidar que estos proyectos requieren más trabajo humano que técnico, más tiempo en crear grupo que en edificar el proyecto.

Por otro lado, quiero insistir en la falta de instrumentos de evaluación para este tipo de proyectos. El DOE se limita a establecer una valoración inicial (aprobación de requisitos) y final (casi siempre favorable sin otra condición que entregar una memoria final). No existe evaluación ni apoyo externo durante el proceso, a no ser aquella que el propio centro se procure a sí mismo. Innovar en Extremadura es una labor titánica, tejida a menudo en soledad, sin medios ni un entorno profesional que lo apoye y sostenga. Sería un error que los programas de innovación diseñados desde la Consejería acabaran cayendo en los mismos errores que en el pasado.


Cuadernos creativos



A raíz de la publicación de estos libros que proponen que seas tú mismo quien los llene con tu imaginación, se me ocurrió que sería una excelente idea trasladarlo de forma casera al aula. Se compran cuadernos en blanco (el coste es ínfimo en relación al beneficio didáctico) y en función de los contenidos o las competencias que se deseen potenciar, se proponen retos a realizar en cada página.

El profesor propone a sus alumnos cada semana un reto que deberá ser ilustrado en el cuaderno. Los retos no deben ser tareas clásicas, exclusivamente enfocadas a la asimilación de conceptos; se trata de potenciar ciertas competencias de forma creativa y lúdica, y permitiendo que el alumno aporte su propia visión. El resultado final debe ser la creación de un cuaderno que el alumno sienta como suyo y que a su vez le permita acceder a ciertos conocimientos de manera práctica e imaginativa. Escriben, pintan, pegan, recortan, fotografían, inventan,...

Por ejemplo, en el área de Lengua y Literatura se puede pedir que escriban un poema (propio o ajeno) en espiral y con diferentes colores; que rimen palabras; que peguen una imagen e inventen un relato en torno a ella... Las posibilidades son infinitas. 

Otra opción puede ser que algunos de los retos los propongan los propios alumnos y se asignen a otro compañero. Juan hace el de Isabel, María el de Ana,... 

Al terminar el curso (o cada trimestre) el alumno tendrá un cuaderno personalizado que forma parte del aprendizaje diario, pero que es suyo, no un mero cuaderno de tareas.

¿Os apetece? Si os animáis, contadnos vuestras experiencias.